El plan antichoque de Sánchez para afrontar la crisis económica que se votará previsiblemente la próxima semana en el Congreso está, de momento, en el alero. Se le ha ido complicando el panorama al presidente del Gobierno con el plante de sus socios habituales de legislatura por el supuesto espionaje a líderes secesionistas catalanes y nacionalistas vascos y, a pesar de eso, no está buscando apoyos en la oposición. ERC está que trina y emplaza al actual Gobierno para que rinda cuentas del presunto espionaje de algunos de sus móviles. Los suyos y los de Junts, CUP y Bildu. Aragonès exige a Sánchez que asuma responsabilidades.
Aunque el plante de ERC se quede en un farol porque la amenaza del suspenso de la mesa de negociación entre los dos gobiernos a quien perjudica, en realidad, es a la Generalitat, pintan bastos para Pedro Sánchez. Se le está ensombreciendo el horizonte y ya deambula por los focos mediáticos sin descanso, temeroso de que el ‘efecto Feijóo’ le vaya ganando la carrera.
Quienes pensaron que el nuevo líder del PP jugaba con la desventaja de no ser diputado en el Congreso, ven con perplejidad la capacidad de reacción inmediata de Feijóo ante cualquier movimiento de Sánchez. Su plan de alivio fiscal para reducir el IRPF y el IVA cuenta con el beneplácito de los empresarios. La rebaja del IRPF para quienes están perdiendo tanto poder adquisitivo ante la inflación desbocada recibe el aval del consejo general de economistas y suena bien ante sectores muy amplios. Quienes no cobren ni la mitad de los 40.000 euros anuales, que levanten la mano. Somos legión. Pero ni los socialistas, ni sus sindicatos, quieren oír hablar de bajar impuestos.
Cuando Sánchez se ve en apuros recurre a la propaganda para desviar la atención. Por eso se va a Kiev en las próximas horas. Quizá ha cometido un exceso de imprudencia al anunciarlo antes de producirse. Por seguridad. Quizá ha dejado al descubierto sus delirios de grandeza al hablar en nombre de la Unión Europea. El caso es que va a hacerse la foto con Zelenski. Una imagen que Sánchez viene persiguiendo desde hace tiempo. Desde que el presidente ucraniano iba compareciendo telemáticamente por tantos parlamentos internacionales. Se comprendió su tardanza en dirigirse al Congreso dadas nuestras circunstancias. Las de un Gobierno que, por estar integrado por ministros comunistas proPutin que se opusieron al envío de armas a Ucrania, es la excepción de Europa. Pero con su penúltimo giro (ahora es de centro izquierda) y con su desprecio hacia el partido que le ha sostenido hasta ahora, Sánchez busca su enésima reubicación. Pero Zelenski no está para frivolidades ni para matices en su causa contra el invasor del Kremlin. Es muy probable que le afee al presidente del Gobierno español su cohabitación con socios comunistas. Y es muy probable, también, que Sánchez le responda: ¿Podemos? ¿Qué Podemos?