IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • Todas las previsiones macro sobre las que el Gobierno sustentó en su día las bases de los Presupuestos han saltado por los aires

La situación de las cuentas públicas es ciertamente asombrosa. La realidad ha hecho saltar por los aires todas las previsiones macro sobre las que sustentaron en su día las bases de los Presupuestos. No se han cumplido, ni de lejos. Las previsiones de crecimiento eran del 7% y en el primer trimestre ha sido del 0,2%. El barril de petróleo se estimó en 60 dólares y está por los 110. La inflación más que duplica las expectativas -ahí vamos, en el 10,2%-, y los tipos de interés están por encima de los cálculos. Luego, los gastos son muy superiores y lo van a ser más. La previsión inicial se ha visto superada por los acontecimientos. Eso lo sabe todo el mundo, pero quizás no seamos tan conscientes de lo que nos espera en adelante.

Las medidas ‘anti-crisis’ adoptadas para, supuestamente, frenar el alza de los precios se han llevado ya 6.000 millones, y faltan los 9.000 aprobados la semana pasada. Todo para reducir entre 3 y 4 puntos la inflación. Es curioso que, en fecha tan cercana como el 28 de abril, la vicepresidenta primera dijera que el alza de los precios iba a ser puntual y coyuntural y que ya habíamos superado el pico de los precios y ahora se nos diga que, si no llega a ser por las medidas adoptadas, la inflación estaría en el 14%. ¿Son declaraciones coherentes? No. Son expresiones de deseos, no conclusiones de cálculos.

Luego están las pensiones. Ya teníamos asumido un déficit de 27.000 millones para el ejercicio 2022. Pero si, como dicen los expertos, cada punto de inflación incrementa su factura anual en 1.700 millones, el cálculo de lo que supondrá la inflación actual es bien sencillo, basta con añadirle un cero a la cifra: 17.000 millones más, no está nada mal. Nos quedan los 12.000 millones que necesitamos para alcanzar el 2% de gasto militar sobre PIB prometido en la exitosa reunión de la OTAN celebrada en Madrid, aunque Pedro Sánchez se ha encargado de ‘laminar’ el compromiso unos años.

La inflación ha venido al rescate del Ejecutivo y ha inducido unos ingresos extra enormes vía impuestos

¿Ya está todo? No. Falta el servicio de la deuda. Si debemos 1,45 billones, también es sencillo evaluar el extracoste de cada punto de subida de los tipos de interés. Aquí basta con quitarle dos ceros a esos billones. No haga la suma, que para eso estamos: 14.000 millones más, cuando afecten a la media del coste de financiación. En total, son casi 60.000 millones no previstos en el gasto que ya teníamos y que aumentarán en la misma medida el déficit que ya aprobamos. En resumen, el Tesoro Público calculó unas emisiones netas de deuda de 75.000 millones y será necesario, prácticamente, duplicar esa cifra.

¿Y qué pasa con los ingresos? Pues también algo singular. Por un lado, la caída de la actividad (ya que la ministra de Hacienda no es capaz, a ver si hay suerte y consigue enderezarla el nuevo director del INE) disminuye el consumo y mengua los ingresos. Pero no, eso es la teoría. La inflación ha venido al rescate del Gobierno y ha inducido unos ingresos enormes en todos aquellos impuestos que se calculan en términos proporcionales. A la vicepresidenta tercera le encanta recordar los enormes beneficios que obtienen las empresas energéticas con estos precios -otro día hablaremos de ello, que es interesante-, pero siempre se le olvidan los ‘enormes ingresos’ que están obteniendo las arcas públicas con mucho menos esfuerzo y sin asumir ningún riesgo.

En los cinco primeros meses del año, la recaudación roza los 100.000 millones y supera en 15.000 lo recaudado en estos mismos meses del año anterior. ¿Se imagina lo que esto supone? La inflación va a proporcionar más de 33.000 millones de ingresos extra al Estado. Cuando Europa nos obligó a reducir gastos, toda la izquierda salió a la calle escandalizada con los recortes obligados y los ajustes indeseables. ¿Qué dirá ahora, cuando vemos que el Estado ha recortado tamaña cantidad de dinero extra de los bolsillos de los ciudadanos? Nada. Ahora todo es silencio y comprensión. ¡Qué suerte!