La libertad

A las puertas de la ciudad y a la lumbre de vuestros hogares os he visto hincados,
adorando vuestra propia libertad.
Así como los esclavos se humillan ante un tirano y lo alaban
aun cuando los martiriza.

¡Oh, si! En el jardín del templo y a la sombra de la ciudadela he visto
a los mas libres de vosotros utilizar su libertad como un yugo y un dogal.
Y mi corazón sangró porque sólo seréis libres cuando aun el deseo
de perseguir la libertad sea un arnés para vosotros
y cuando dejéis de hablar de la libertad
como de una meta y una realización.

Seréis en verdad libres, no cuando vuestros días estén libres de cuidado y vuestras noches vacías de necesidad y pena.
Sino, mas bien, cuando la necesidad y la angustia rodeen vuestra vida
y, sin embargo, seáis capaces
de elevaros sobre ellas desnudos y sin ataduras.
¿Y cómo haréis para elevaros mas allá de vuestros días
y vuestras noches sin romper las cadenas
que atasteis alrededor de vuestro mediodía,
en el amanecer de vuestro entendimiento?

En verdad, eso que llamáis libertad es la más peligrosa de vuestras cadenas,
a pesar de que sus eslabones brillen al sol
y deslumbren vuestros ojos.

¿Y qué sino fragmentos de vuestro propio yo desecharéis
para poder ser libres?

Si lo que deseáis abolir es una ley injusta,
debéis saber que esa ley fue escrita con vuestras propias manos
sobre vuestras propias frentes.

No la borraréis quemando vuestros Códigos
ni lavando la frente de vuestros jueces, aunque vaciéis todo un mar sobre ella.
Y si es un tirano el que queréis deponer,
tratad primero que su trono, erigido en vuestro interior, sea destruido.
Porque, ¿cómo puede un tirano obligar a los libres y a los dignos
sino a través de un sometimiento en su propia libertad
y una vergüenza en su propio orgullo?

Y si es un dolor el que queréis borrar, ese dolor fue elegido
por vosotros mas que impuesto a vosotros.

Y si es un miedo el que queréis borrar, el lugar de ese miedo está en vuestro corazón
y no en el puño del ser temido.

En verdad, todo lo que percibís se mueve en vosotros como luces y sombras apareadas.

Y cuando la sombra huye desvanecida para siempre,
la luz que queda se convierte en sombra de otra luz.
Así, vuestra libertad, cuando pierde sus cadenas,
se vuelve ella misma cadena
de una libertad mayor.

Khalil Gibran

13/11/2003