Txesko

 

Un amigo nos envía este poema dedicado a un exilado vasco

Txesko

Tu tierra atrás.
No vuelvas la cabeza.
No gires tu mirada.
No digas palabra.

Aún.

En la ría hoy no sonríes.
Miras triste tu último Gasolino.
Cabizbajo Rontegui se erige en frontera.
Y tú te vas fuera.

Te echan.

El odio no puede ser odio.
El dolor sí sea solo dolor.
La pena sea solo compañera.
Las maletas solo de libros llenas.

Ahora.

Tu familia que dejas.
Tus amigos, tus vecinos,
tus alumnos, tus calles,
tu pasado, tu vida.

Tu vida entera.

Dejas tus ideales por unas ideas ajenas
de compatriotas que quieren
solo ellos ser la patria entera,
menospreciando vidas pasadas

o venideras.

A sangre echa la patria.
Tanta que ya inunda toda la bandera,
sin importar las personas,
bajo un ideario irracional.

¡Qué pena!

Patriotas se llaman.
¡Asesinos autoexcusados!
¿Qué país nos espera,
parido con tanto espanto?

¿Cuál?

¿Qué futuro? ¿Qué libertad?
Si ahora te echan sin contemplación
siendo vasco de toda la vida.
¿Qué libertad futura esperan?

¿Piensan??

¿A sangre y fuego cualquier
otra opinión?
Muerto sobre muerto,
¿tendrán oposición?

¡Coalición!?

Ve tranquilo, amigo Txesko.
Tu alma, tu conciencia en paz.
Y no desesperes, y lucha,
Y se Vasco allá donde vayas.

Vasco de paz.

Y confiemos, por el bien de la patria,
sea solo un sueño, una pesadilla
de unos locos ansiosos de poder,
con sus sectarios y adoctrinados cachorros.

¡Despertarás!

Pero no duermas, no te duermas.
En cada gesto, cada día, cada palabra,
cada mirada, cada caricia, cada pasión,
cada beso, cada paseo… el País Vasco.

¡Tu pasión!

Carlos Romero, 11 de Noviembre de 2003