Irene González-Vozpópuli
Ya se anuncia una oleada de denuncias por agresión sexual como el Metoo español, con diez años de retraso
Más allá de asistir como espectadores a la particular «boda roja» de Podemos, una matanza en venganza por los Ceaucescu de Galapagar contra la izquierda que ellos crearon y que luego les traicionó, el caso Errejón podría y debería llevarse por delante a todo Sumar y resto de su órbita. Una banda que ha llegado al poder utilizado las agresiones contra las mujeres ha quedado en evidencia ante su público, pues lo único que siempre hubo detrás del feminismo oficial rojo fue una enorme mentira, un negocio y golferío. No pueden hacerse las sorprendidas ahora cuando las que tenían cargos por ser novias en secreto o en público de los jefes políticos de Podemos repartían los carnets de feminismo. Las traidoras Rita, Yoli y Mónica García no creyeron a una «hermana» cuando denunció el año pasado a Errejón porque no las convenía, y ahora que es un cadáver político se ceban contra él para aferrarse a su sillón. El caso Errejón además de visibilizar una mentira prueba una verdad, que en España no hay una democracia, sino un régimen feudal donde la casta política aprueba leyes, impuestos y restricciones para la plebe, que no se les aplicarán a ellos salvo en una venganza política.
La siguiente en caer ha de ser Yolanda Díaz. Un personaje siniestro que sabe que no tiene valía ni para ocupar una concejalía de pueblo en Galicia, necesita altas dosis de ñoñería y manoseo a todo hombre con el que se fotografíe en el ámbito laboral para tapar lo único que es, una mujer sin cerebro, ni ideas, ni escrúpulos y con mucha ambición. Son los atributos que garantizan un puesto en política en un sistema podrido antipatriótico. Es lo que vieron en ella Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, que odian a España, para nombrarla Vicepresidenta del Gobierno y darla una carrera política con dinero público. Dos políticos que con este acto probaron su corrupción, su inferioridad y su machismo.
Las traidoras Rita, Yoli y Mónica García no creyeron a una «hermana» cuando denunció el año pasado a Errejón porque no las convenía, y ahora que es un cadáver político se ceban contra él para aferrarse a su sillón
Ya se anuncia una oleada de denuncias por agresión sexual como el Metoo español, con diez años de retraso. La estrategia para llegar al poder siempre es la misma por parte de la izquierda globalista al servicio de los lobbies que representa Irene Montero. Se organiza un movimiento donde se utiliza el dolor de las mujeres, como hicieron en su momento con las manifestaciones del «hermana yo sí te creo». La histeria colectiva se expande y todos los hombres acaban siendo unos violadores —salvo los inmigrantes racializados. Había que llegar al poder para aprobar leyes como el «sólo sí es sí», «no es abuso es violación», que no han ayudado a las mujeres víctimas, sólo a sus agresores. Además han contribuido a destruir más el país. Es una operación que se repite en otros países como México o la Argentina pre-Milei.
Ahora Podemos en su intento de volver al poder en la nueva reorganización que se está llevando a cabo en la izquierda reclamará novedades penales. Pretenden que no sea necesario poner una denuncia en comisaría, sino escribir de forma anónima en el Instagram de Cristina Fallarás para esquivar el patriarcado policial y judicial. Que luego lo publique en su nuevo libro es casualidad. Un mundo donde no sea necesaria la denuncia por agresión sexual, pero de haberla que pueda ser anónima. Un crimen sin víctima conocida.
La denuncia a Errejón por parte de la actriz Elisa Mouliáa enseña que ser mujer y creerte los discursos de la izquierda puede ser lo más peligroso que hagas en tu vida. Una denuncia por agresión sexual que otorga el estatus de víctima porque un hombre decepciona a una mujer por su «comportamiento poco empático» como describió ella. Ahora voy entendiendo lo de que todos los hombres son violadores. Es clave que Elisa, la víctima, no empezase a serlo hasta que Errejón mencionó que sus sugerencias de empatía las usaría para ligar con otras. Un imbécil al que ella admiraba por ser progre, pero no sé si merece cárcel sólo él.
Había que llegar al poder para aprobar leyes como el «sólo sí es sí», «no es abuso es violación», que no han ayudado a las mujeres víctimas, sólo a sus agresores
Es una humillación para las víctimas reales de agresión sexual tipificar que un tipo cualquiera las decepcione. Si al día siguiente no las llama o le ven con otra, ¿va a acabar eso en una denuncia en comisaría tres años después? Con la ley del sólo sí es sí, sin presunción de inocencia es posible. ¿En qué lugar deja eso a las mujeres cuando realmente sufran un episodio de agresión de verdad?
La libertad sexual actual es un instrumento de la misoginia contra las mujeres que ha provocado en términos generales la ruptura de las relaciones duraderas al facilitar que los hombres puedan acceder a todo sin ninguna responsabilidad hacia ellas. El feminismo de tercera ola ha reaccionado en el sentido que hubiese deseado el peor misógino, ser como ellos en lo malo y normalizar un comportamiento hediondo en las relaciones humanas y antinatural.
El resultado es una sociedad dividida entre hombres y mujeres donde no se entregan ni confían en el otro, no se forman familias y donde las víctimas reales de acoso, de abuso y de violación tienen más difícil que las crean al equiparar su tragedia a un mal sabor de boca decepcionante.