IÑAKI EZKERRA-EL CORREO

  • Los más aficionados a la división confunden en política churras con merinas

Es la respuesta que Isabel Díaz Ayuso le ha dado a Rocío Monasterio por atribuir las reyertas de las bandas juveniles a la inmigración ilegal: «Ustedes no dejan de mezclar los ‘menas’ con todo». En efecto, la peña de Vox tiene una empanada mental con los ‘menas’ que va más lejos de la falta de agilidad neuronal e incluso de los ‘menas’ dichosos. Me refiero a algo que constituye un principio ideológico y un rasgo genuino del populismo en general: la mezcla alógica y demagógica. Es curioso que la gente más aficionada -tanto desde la izquierda como desde la derecha- a la división, a la discriminación y al enfrentamiento, o sea, los más acérrimos enemigos de mezclar a personas de distinto origen étnico, grupo cultural, clase social o filiación política, sean tan propensos a mezclar en el debate público churras con merinas y el culo con las témporas, así como a dinamitar eso que Gustavo Bueno llamó «el cierre categorial» y que sirve, a modo de broche, para fijar los planos, los terrenos, los niveles, los ámbitos de discusión, las naturalezas, las categorías en cualquier debate filosófico o pirotécnico. Hay por ahí algunos que jaleaban mucho al viejo filósofo por sus improperios contra ciertos políticos, pero que luego no se quedaban hasta el final de la clase. Eso es muy de los populistas: aplaudir o abuchear y no quedarse hasta el final de la clase.

La mezcolanza, sí. No sé ya cuántas veces he oído a la gente de Vox decir que Isabel Díaz Ayuso o Cayetana Álvarez de Toledo están mucho más cerca del partido de Abascal que del partido de Casado. Dicho comentario es un simplona consigna que no tiene otro objetivo que mezclar, confundir, borrar los claros limites entre la mentalidad liberal y la reaccionaria; entre quienes piensan que la libertad no se limita a la economía de mercado y los que solo creen en esta última, y a medias, porque en cuanto se les rasca un poco les sale el ramalazo autárquico y antieuropeísta del falangismo más rancio o del proteccionismo franquista. Cuando no les sale el plumero xenófobo y se hacen una foto con Orban y Le Pen.

No. Se puede ser beligerante contra el populismo de izquierdas sin caer en el populismo de derechas. Y las palabras de Ayuso en su debate con Monasterio nos brindan un ejemplo de ello: «La delincuencia no está relacionada con el origen de las personas». Resulta ilustrativo que el mismo partido que niega la existencia de una violencia específica, sexista, contra las mujeres -pese a los asesinatos que llenan nuestra prensa- y que afirma que «la violencia es violencia a secas» sea el mismo que luego le pone a ésta una coloración racial cuando se habla de las bandas callejeras. ¡Qué obsesión con los ‘menas’!