DESDE HACE décadas la socialdemocracia en toda Europa, y no es España una excepción, está enredada en un debate existencialista para tratar de definir qué es hoy ser socialista. Las profundas transformaciones económicas y sociales han desdibujado los espacios políticos tradicionales y asistimos a un momento de gran incertidumbre que obliga a las formaciones clásicas a su recomposición. Pero, por lo pronto, en nuestro país, el PSOE sigue siendo un partido clave en el sistema, con intactas aspiraciones de gobierno, pese a la importante pérdida de apoyos electorales que viene sufriendo y de la dura competencia que representan los nuevos partidos, como Ciudadanos o Podemos. Ello obliga al socialismo a ejercitar una responsabilidad especial y a jugar un papel de palanca en el mantenimiento y profundización del proyecto común de convivencia que es en definitiva España.
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, deja claro en la entrevista que hoy publicamos que ésta es una de las obligaciones de su partido. Y, en ese sentido, en pleno desafío independentista catalán, el mayor reto tras 40 años de democracia, cabe aplaudir su postura inequívoca y la pedagógica defensa de la «democracia plena» española frente al golpe secesionista que hacía en Alemania hace una semana, y que repetirá estos próximos días en el Reino Unido y Portugal, como nos avanza.
Del mismo modo, es importante la rotundidad con la que asegura en nuestras páginas que «el PSOE apoyará sin duda la aplicación del 155 si un nuevo president vuelve a la deriva secesionista». No puede haber fisuras en esta cuestión medular entre los grandes partidos –no cabe por desgracia incluir a Podemos, que en cuestiones territoriales no ha demostrado tener visión de Estado alguna–. Y bueno es saber que en el PSOE se han desvanecido los infundados temores atávicos a defender el orden constitucional con todas las herramientas legales con las que cuenta un Estado, incluido el artículo 155.
Ahora bien, lo preocupante es que el PSOE de Pedro Sánchez sigue encallado en un debate identitario cargado de artificios con el que pretende afrontar el modelo territorial, y que lleva a muchos españoles, entre ellos tantos simpatizantes socialistas, a no entender que modelo de Estado y proyecto de país plantea. La insolvencia a la hora de defender las mismas posiciones en el conjunto del territorio sigue lastrando las posibilidades electorales del partido, por más que hoy Sánchez asegure que PP y PSOE se disputarán la victoria en las próximas elecciones generales.
El líder socialista daba hace poco una definición de ser socialista. «Es hacer», decía. En esa línea, y apelando de nuevo a la responsabilidad de Estado que se debe exigir al PSOE, en la entrevista tiende la mano a lograr acuerdos con el Gobierno en asuntos sustanciales como la educación o la sostenibilidad del sistema de pensiones. No debiera ser mera retórica.