La ruptura pendiente

IGNACIO CAMACHO, ABC – 17/11/14

· Podemos tienta a gran parte de la izquierda con una asignatura pendiente desde la Transición: la de la ruptura.

Lo ha dicho alto y claro. En la euforia de su proclamación como indiscutible macho alfa de la nueva izquierda colectivista –curioso: el asambleísmo ácrata del post-15M ha destilado en una organización de poder fuerte y liderazgo afilado–, Pablo Iglesias ha manifestado una contundente declaración de intenciones: Podemos viene para acabar con el «régimen» de la Transición. Es decir, para liquidar 35 años de democracia consensual que ha envejecido mal pero ha proporcionado al país un modelo pragmático de estabilidad política. Conviene anotar esta proclama para cuando la perspectiva electoral les obligue a limar aristas y a presentar un programa de ambigüedades transversales. Quieren darle finiquito al sistema constitucional.

Una idea que sin duda gustará a muchos españoles hastiados de corrupción y abotargamiento, pero sobre la que deben reflexionar quienes sientan dudas ante la tentación del adanismo populista. Se trata de destruir este régimen para levantar el suyo propio.

A priori será difícil que incluso en la hipótesis de una gran cosecha de votos logren reunir una mayoría social suficiente. Pueden contar con lo que quede de IU y con los movimientos radicales autonómicos. Incluso con los nacionalismos burgueses si atisban la posibilidad de modificar a su favor los equilibrios territoriales. Pero por más que retroceda el actual bipartidismo seguirá pesando en las próximas Cortes con una potente masa crítica. De tal modo que para volcar la relación de fuerzas en un proceso constituyente de corte drástico, republicanista, se necesitaría un cambio de eje. Y eso solo puede suceder con un realineamiento de la socialdemocracia.

Esta va a ser la cuestión crucial de la siguiente legislatura. Podemos tienta a gran parte de la izquierda sociológica con aprobar una vieja asignatura pendiente desde la Transición, la de la ruptura. Su estrategia es la de construir un bloque de arrastre que aproveche la dispersa inercia ideológica del zapaterismo, cuyo código rupturista ha asumido en una síntesis extrema. En la mejor perspectiva de recuperación del actual desplome, el centro derecha y los pequeños partidos moderados se situarían en torno al 35 por ciento, lo justo para gobernar en precario o formar una minoríadique de bloqueo.

La «gran coalición», el sueño de los poderes del Ibex, está descartada incluso como eventualidad remota en el debate interno socialista. La clave estará pues en la lectura que el PSOE haga de sus resultados en relación con los de Podemos, para asentarse en su institucionalismo reformista o para bascular saltando al vacío hacia la aventura de una refundación radical.

El nuevo tercer jugador ha puesto sin ambages sus cartas sobre la mesa. El primero hace tiempo que las tiene a la vista. Todo parece indicar que el segundo espera que le repartan otra mano a ver si le entra un comodín que le aclare la jugada.

IGNACIO CAMACHO, ABC – 17/11/14