El autodenominado Estado Islámico (IS, por sus siglas en inglés) ha reivindicado el atentado perpetrado con un camión robado en el mercadillo navideño de Berlín, en el que 12 personas perdieron la vida y 48 resultaron heridas. Para la derecha populista europea la culpable de lo ocurrido se llama, sin embargo, Angela Merkel, la canciller que dio refugio a un millón de personas que huían de la guerra.
Bastó la detención de un refugiado paquistaní en las primeras horas de investigación policial –que fue puesto en libertad a última hora de la tarde de ayer–, para que los partidos y movimientos antiinmigración y xenófobos se cebaran contra la política migratoria de la canciller alemana y establecieran una relación causa efecto entre asilo de refugiados y terrorismo.
El primer plato del festín que se han dado esas formaciones a costa de la tragedia de Berlín lo sirvió la formación populista Alternativa para Alemania (AfD), que lejos de condenar el atentado o mostrar solidaridad con las víctimas, lanzó sus garras contra Merkel quebrando la regla de unidad nacional debida en situaciones como la vivida en favor del rédito político.
«¿Cuándo va a reaccionar el Estado de derecho alemán? ¿Cuándo acabará esta maldita hipocresía? Son los muertos de Merkel», apuntó el líder de AfD en Renania del Norte-Westaflia, el eurodiputado Marcus Pretzell, en su cuenta de Twitter, dando por hecho aún sin pruebas que el autor del atentado era el paquistaní de 23 años llegado a Alemania en diciembre de 2015 como peticionario de asilo, detenido como sospecho tras una tragedia en la que negó haber estado involucrado desde el primer momento.
Sin esperar a que la Fiscalía Federal presentara cargos y dispuesta a devolver la política de refugiados Merkel en primera línea del debate político –de cara a las elecciones generales que se celebrarán en septiembre de 2017– la líder de AfD, Frauke Petry, sugirió a los ciudadanos alemanes no hacerse «ilusiones» y creer que el atentado en el mercadillo berlinés será un «hecho aislado».
«Alemania ya no está segura. Debemos hacer frente a los enemigos de la libertad y a los que los apoyan. El mercado de Navidad no fue un objetivo casual. No es sólo un atentado contra nuestra libertad y nuestro modo de vida, sino también contra nuestra tradición cristiana», afirmó Frauke Petry, al tiempo que reclamó un «control férreo de las fronteras abiertas irresponsablemente».
También vía Twitter y con argumentos similares, el ex líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (Ukip) Nigel Farage escribió: «Terribles noticias desde Berlín, aunque no son una sorpresa. Sucesos como éste forman parte del legado de Merkel».
Farage no se conformó con eso y se enroló poco después en un duro intercambio en la redes con Brendan Cox, viudo de la diputada laborista Jo Cox, asesinada por un fanático de ultraderecha durante la campaña del Brexit, informa Carlos Fresneda. Farage acusó Cox de apoyar a «grupos extremistas» como Hope Not Hate, que hace un seguimiento puntual de los «crímenes de odio» y denuncia las acciones de los grupos de ultraderecha en el Reino Unido.
«Lo siento, señor Cox, pero ha llegado el momento de asumir responsabilidades por lo que está ocurriendo», sostuvo Nigel Farage y reiteró que «Angela Merkel ha causado los problemas sociales y terroristas en Alemania. Es el momento de afrontar esa verdad».
En la misma línea, el líder del partido de ultraderecha austríaco FPÖ, Heinz-Christian Strache, afirmó que «es evidente que la ruta de los Balcanes vuelve a servir para la entrada de los terroristas» y que el paquistaní detenido «no será el primer criminal terrorista radical islamista que llegó a Europa a través de ella, por lo que es necesario luchar contra esos flujos del terror protegiendo de manera eficiente de las fronteras exteriores de la Unión Europea».
En Holanda, el populista de derechas Geert Wilders, se lanzó sin piedad contra Merkel colgando en Twitter una foto de la canciller con las manos ligeramente levantadas, manchadas de sangre al igual que la chaqueta y el rostro. «Merkel, Rutte y todos los políticos laxos que gobiernan han dejado entrar, con su política de fronteras abiertas, un tsunami de asilo y terrorismo islamista», había escrito antes Wilders. Mark Rutte es el actual primer ministro del país.
La líder de ultraderecha francesa, Marine Le Pen, acusó a los gobiernos centroeuropeos de dejar entrar a numerosos inmigrantes aunque entre ellos haya terroristas islamistas. La líder del Frente Nacional y candidata presidencial exigió una alianza estratégica de Estados Unidos, Rusia y Francia contra los «fundamentalismos islámicos» y reiteró su exigencia de restablecer la soberanía de las fronteras nacionales.
Por su parte, el líder de derecha xenófoba italiana, Matteo Salvini, optó por el sarcasmo y afirmó en su perfil de Facebook: «Tranquilos amigos, el islam es una religión de paz y amor. No os permitiremos hablar del terror islamista, pues ellos son sólo personas con problemas mentales que no se sienten escuchados por nosotros, los racistas occidentales».
A la cadena de reacciones al atentado en Berlín se sumó desde Dinamarca el extremista Dansk Folkeparti estableciendo una relación directa «entre refugiados y terrorismo» y aunque, de forma más velada, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, incluso le añadió un eslabón para consumo interno: «Hoy ha habido ataques terroristas en Turquía, Suiza y Alemania y la cosa empeora. La civilización occidental tiene que cambiar su forma de pensar», escribió Trump en Twitter.
Cuando la policía alemana puso en libertad al solicitante de asilo paquistaní, ninguno de ellos rectificó en las redes sociales lo dicho. El mensaje estaba lanzado.