La verdad cautiva

ABC – 29/01/16 – HERMANN TERTSCH

Hermann Tertsch
Hermann Tertsch

· Las buenas noticias no importan porque dejan de existir cuando solo se explican como trampas.

EL titular de la noticia dada a conocer a las nueve de la mañana de ayer merecía entusiasmo. España creó en el pasado año medio millón de puestos de trabajo y recuperó los niveles de empleo de 2011. De esta forma, 2015 cerraba con 18.094.200 ocupados, el nivel más alto de empleo desde finales de 2011, y con 4.779.500 parados, la cifra más baja de desempleo desde finales de 2010.

Esta noticia a todas luces soberbia, merecedora de ser celebrada por todos tras casi ocho años de brutal crisis económica, sucumbía apenas aparecer en las pantallas de los diarios digitales, «empujada hacia abajo» en su relevancia por una catarata de informaciones casi nimias sobre especulaciones y declaraciones sobre la formación de gobierno. La buena noticia no importa. Como tampoco importan ahora, de momento, las malas que sugieren que ya hemos empezado a pagar la factura de la desestabilización definitiva del escenario político e institucional español. Mejor no alarmarse con lo que hay, porque nos llevaría al infarto con lo que va a llegar pronto.

Las terminales mediáticas de la operación izquierdista de asalto y liquidación de la Constitución han desactivado hace tiempo cualquier posibilidad de que noticias positivas de la economía, aunque innegables, puedan debilitar la narrativa de descalificación total del gobierno, del sistema y del orden constitucional. Han contado con la colaboración del PSOE que bajo Pedro Sánchez alcanza nuevas cotas de deslealtad institucional, seducido por los cantos y éxitos del populismo revanchista y comunista. Y cuentan con la impagable aportación del gobierno del PP.

Que dio las armas mediáticas y los argumentos a la ultraizquierda para que esta agresión se consumara. Y ahora, con la ciega obstinación de Rajoy por no retirarse y la impotencia del partido para obligarle a hacerlo, incrementan cada día que pasa la posibilidad de que un Frente Popular cristalice en una catástrofe nacional que pagarían generaciones. Quizás en una España rota en míseros estados fallidos y desgajados de una Europa en proceso de al menos parcial desmantelamiento.

Las buenas noticias no importan porque dejan de existir cuando solo se explican como trampas. Como mentiras de un Gobierno impotente, corrupto y falaz, cuyo partido e ideario son criminalizados a marchas forzadas en una deriva delirante que muy pronto puede plantear la amenaza directa para la seguridad de españoles cuyo único delito es ser identificados con una opción política no izquierdista. Los defensores de la Constitución española que sufren acoso, amenazas y represalias en el País Vasco y en Cataluña desde hace años, están hoy a la defensiva en toda España. Y la acritud, la agresividad y la disposición a la violencia crecen.

Si la defensa de la Constitución era hasta ahora «inmovilismo», ya es ser «enemigo del cambio» y como tal «enemigo de la gente», luego una vez más «fascista» o cómplice de los mismos. Felipe González o a José Luis Corcuera por decir cuatro obviedades sobre el partido Podemos: que son comunistas que una vez en el poder destruirán a sus aliados socialistas como también la democracia. La verdad está cautiva. Quién la proclame es perseguido. La maquinaria de la agitación y propaganda que este gobierno dejó en manos de buhoneros sin escrúpulos y enemigos de la democracia es la artillería de la ofensiva de una minoría radical para imponer un Frente Popular que acabe con la Constitución y la Nación española.

Y la mayoría asqueada con razón por la política, inane y no avisada, es incapaz de ver las amenazas. Estamos ante un disparate histórico de unas dimensiones tan terriblemente abrumadoras que solo puede compararse ya al delirio conjunto de los españoles de los tiempos finales de agonía de la II República.

ABC – 29/01/16 – HERMANN TERTSCH