ABC 22/02/16
· La negociación altera principios que los partidos apuntaban como inamovibles
Comenzaron siendo barreras infranqueables, brechas imposibles de salvar entre partidos. Pero las negociaciones para alcanzar acuerdos que permitan una investidura y la formación de un gobierno han limado algunas asperezas, acercado posturas y difuminado algunas de estas líneas rojas hasta dejarlas en un pálido tono rosado.
Le ocurrió al PSOE, tan contrario a acercarse a quienes exigían un referéndum para Cataluña. Por imperativo de los barones –García-Page, entre otros, planteó que el PSOE encabezara la oposición tras los resultados del 20-D, sin «pastiches» ni ocurrencias–, su líder, Pedro Sánchez, aseguró que no se sentaría a negociar con quienes defendieran la autodeterminación si antes no renunciaban a esa pretensión. Sin embargo, esta tarde a las 16.30, en el Congreso, una delegación de socialistas tiene una cita acordada con Podemos, IU y Compromís, sin que nadie haya renegado antes públicamente de su defensa del derecho a la autodeterminación.
Préstamo de senadores
Antes, ya había hecho otro gesto hacia los independentistas: «prestarles» senadores para que ERC y DiL –antigua Convergencia– tuvieran grupo propio en el Senado.
Claro que también dijo Pedro Sánchez que no negociaría con el PP, y sin embargo –aunque lo negaron públicamente–, negociaron con ellos y con Ciudadanos la composición de la Mesa del Congreso.
Otro tanto le sucede a Ciudadanos, que también ha tenido que «dulcificar» algunas partes de su discurso, a la vista del desarrollo de las negociaciones. Sin renunciar en ningún momento a su premisa de la defensa de la unidad de España y la soberanía nacional, considerada en la formación naranja como innegociable, su postura hacia el PSOE ha ido virando del «no» rotundo del inicio a la posible abstención, que Albert Rivera llegó a apuntar como mal menor para evitar una repetición de elecciones, considerada como un fracaso de la política.
Coqueteo a tres bandas
Su rechazo al independentismo no les impide colaborar con el PSOE, que mantiene desde hace semanas un claro coqueteo a tres bandas, citándose ora con Ciudadanos, ora con Podemos. El rizo lo rizan esta tarde, cuando el socio socialista de Ciudadanos –que la pasada semana apuntaba como muy cercano el acuerdo con los naranjas– se reúna con Podemos, IU y Compromís, con actitud «optimista» porque hay «avances en la negociación», señalaba ayer el secretario de organización del PSOE, César Luena.
Rivera y los suyos también han defendido la necesidad de una regeneración de la política, con alusiones directas al PP: «Rajoy no puede abanderar la lucha contra la corrupción». Lo dicen en sus ruedas de prensa, pero cuando Rivera se reunió con Rajoy el jueves 11 de febrero, no le planteó el asunto: «De eso no me ha dicho nada», explicó el presidente en funciones al ser preguntado tras el encuentro.
Podemos se contradice
Pero los campeones del salto de líneas rojas son los líderes de Podemos. La Ley 25 de rescate social, prioritaria tras el 20-D, se ha registrado en el Congreso pero sin que en ella se incluya la renta garantizada. Lo justifican porque sin ella, la ley tiene coste cero y puede aplicarse «de inmediato», que es lo que quieren.
También hicieron bandera de su rechazo a las puertas giratorias, pero negocian sin descanso con un PSOE que este mismo mes ha visto a dos exministras cruzar esas puertas: Trinidad Jiménez será fichada «como trabajadora» –explicó Pedro Sánchez– por Telefónica, y Elena Salgado entra al consejo de administración de Nueva Pescanova.
Podemos no estaría nunca al lado del PP, dijo. Pero votó con ellos para sacar a sus diputados del «gallinero» del Congreso. Y, dijo, no les interesan los sillones, sino los programas; pero lo primero que plantearon al PSOE fue un reparto de cargos en el nuevo gobierno.