Las terceras elecciones

ABC 31/10/16
JOSÉ MARÍA CARRASCAL

· POSTALES Rajoy sabe que el escenario ha cambiado y el tiempo no lo arregla todo. Hay que actuar

PENSABA no volver a hablar de él, por lo del árbol caído, pero ya que se empeña en mantenerse enhiesto, no tengo más remedio que hacerlo. Tras demostrar que no sabe ganar, Pedro Sánchez ha demostrado no saber perder. Al renunciar al escaño, en vez de pedir perdón al PSOE por haberlo llevado al abismo, anunció la intención de recuperarlo contra quienes dice lo han secuestrado. Este hombre no aprende. No lo consiguió en la cúspide e intenta hacerlo en la sima. Podría haberse ahorrado las lágrimas de su renuncia, que tal vez le sirvan para su próxima carrera, la de actor, donde puede tenga más suerte. Percha no le falta. Aunque también se necesita inteligencia.

La cosa no tendría mayor importancia –malos perdedores los hay en todos los partidos–, si esta vez no resultase crucial para la nueva etapa que se inicia en la política española. Una etapa de reconstrucción de puentes volados y regeneración de la vida pública, en la que al PSOE le toca uno de los principales papeles. A mi memoria viene una de las frases que más me han impresionado: «las desgracias de España siempre empiezan por las desgracias del PSOE». Y el problema hoy es un PSOE más débil que nunca. Tan débil que está profundamente dividido, lo que significa una parálisis que puede transmitir a la nación. Sánchez proclama lo que Araquistáin y Largo Caballero proclamaban hace 80 años: «¡No nos sirve la revolución burguesa. Hay que hacer la proletaria!» Con el resultado que conocemos. Frente a ellos no se alzan los pocos socialistas, como Besteiro, que sabían lo que se venía encima. Hoy, son bastantes más, en cargos de responsabilidad, que lo saben y han mandado a Sánchez allí de donde no debió salir y han permitido el único gobierno posible en una Europa burguesa y un mundo más peligroso que nunca. Han comprendido, además, que su verdadero enemigo son un populismo y un secesionismo que intentan cambiar el sistema que nos hemos dado, sin ofrecer otras fórmulas que las fracasadas. Miren a Venezuela y a Grecia, en guerra civil latente y bancarrota efectiva.

Rajoy, «uno de los grandes supervivientes políticos españoles» le llama hoy el New York Times, podría aprovecharse de esta debilidad, pero es el primero en saber que, para la nueva etapa se necesita, no el PSOE de Sánchez imitador de Podemos, sino el PSOE socialista y español de sus siglas. Sabe también que el escenario ha cambiado y el tiempo no lo arregla todo. Hay que actuar, que dialogar, que pactar, que educar, que motivar. El mejor camino es el ejemplo. Curiosamente, los elementos están ahí: una España plenamente incorporada a Europa, que crece más que nadie, y la experiencia que vive en aquella plazas donde ya gobiernan los que venían a cambiarlo todo, para sólo perpetuar los viejos errores. Ante nosotros se abren dos caminos: el de los que quieren purgar la democracia de sus errores y el de los que les sobra la democracia. El PSOE ya ha elegido. Elijan ustedes.