EL CORREO, 20/5/12
Expertos en Educación alaban, en el congreso sobre la memoria, que el relato de los afectados por la violencia esté llegando a todos los colegios
Tras muchos años durante los cuales el sistema educativo vasco se limitaba «a pasar de puntillas» por encima de cualquier tema relacionado con el terrorismo, a las aulas ha llegado por fin la convicción de que es vital e ineludible trasladar al alumnado «la importancia de desactivar cualquier violencia política». Esta es una de las principales conclusiones que ayer se pusieron encima de la mesa en el Congreso sobre Memoria y Convivencia, celebrado esta semana en Bilbao bajo la organización del Gobierno vasco, dentro del debate ‘Educación para la convivencia’, que reunió a varios expertos del sector.
«Hemos superado las expectativas, hasta el punto de que muchos de los 140 alumnos que participaron en aquel acto trasladaron la iniciativa a sus propias casas porque a los niños les asombró la capacidad de perdonar de la víctima que estuvo con nosotros», explicó Jesús María Mujika, exprofesor de Ética del centro y de la Universidad de Deusto. Los jóvenes se convencieron de que «aún hay personas capaces de mejorar este mundo».
Mujika, con cuarenta años de carrera docente a sus espaldas y la condición de observador privilegiado de la historia reciente de Euskadi, mostró su convencimiento de que «en nuestra tierra hemos pasado ya de preguntarnos cómo ha sido posible a cuestionarnos qué podemos hacer para que no vuelva a pasar». Un avance para superar «la falsa inocencia» en la que los vascos han estado sumidos frente a ETA. Es momento, sotuvo, de «superar ese silencio cómplice».
La memoria como coartada
Contrastados expertos en docencia como Mónica García -asesora de la consejería de Educación-, Jesús Prieto -asesor de Interculturalidad de Berritzegune-, Gorka Ruiz -presidente del Foro de Asociaciones por la Paz- y José Luis Ortiz de Guinea -coordinador de Convivencia de Askartza Claret- coincidieron con Mujika a la hora de considerar una experiencia muy positiva la presencia en los colegios vascos de víctimas «que buscan la reconciliación, que miran hacia el futuro y que son conscientes de que la memoria nunca debe de ser una coartada».
Los analistas destacaron que se ha llevado a las aulas «la importancia de desactivar la violencia» mediante una invitación a ver también el sufrimiento de los otros y avisaron de que el reto inmediato debe ser «adecuar un espacio para la memoria como herramienta para construir el futuro».
El salto «de una sociedad paciente a una sociedad valiente» debe darse sin olvidar que durante los ‘años de plomo’ «la Educación vasca no estuvo a la altura». «Formamos jóvenes comprometidos, pero nunca llegamos a clarificar que no se puede matar a un semejante». Por ello «tenemos un deber de memoria con las víctimas», según dijo Prieto. Para aprender a vivir juntos, «sin capuchas», hay que trabajar en grupo respetando la diversidad. En opinión de Prieto, las narraciones de víctimas de ETA, del GAL o del Batallón Vasco-Español «ayudan a que todos nos quitemos las capuchas ideológicas. A reconstruir la vida desde un hecho doloroso».
Para Gorka Ruiz «vivíamos anestesiados» y el testimonio que las víctimas aportan en los centros educativos nos permite «mirar al pasado para poder ver el futuro». El riesgo es, según los educadores, dejar el proceso en «manos de políticos» porque tienen un alto peligro de caer el partidismos. Debe ser «la sociedad viva» la que supere su propia degradación moral, afirman.
EL CORREO, 20/5/12