Iñaki Ezkerra-El Correo
- La torpeza de Génova sobre la imputación por terrorismo a Puigdemont es sangrante
Reconozco que me ha conmovido la preocupación que ha mostrado el PNV estos días atrás por que el PP no sea «un verdadero partido de Estado» y por lo «desacreditado» que ha quedado en ese sentido tras conocerse el enredo de Feijóo con la amnistía. Da gusto y tranquiliza pensar que, para tomar el relevo en ese papel de bastión del patriotismo español, del que los populares han desistido, está el partido de Ortuzar. Ya podemos dormir tranquilos por más charcos en los que se meta el actual líder de la oposición. Se ha insistido mucho en esas 24 horas que se tomó para llegar sesudamente a una conclusión que requería menos de un minuto, pero tanto o más lacerante que ese dilatado plazo mental resulta el anónimo globo sonda lanzado desde el laboratorio de Génova según el cual «el propio PP ve difícil que prospere la imputación de terrorismo a Puigdemont».
Aunque no parece que se ha reparado en ella, la torpeza es más que sangrante: tenemos a un juez competente como García-Castellón que ha abierto, en una soledad heroica, esa vía penal que está poniendo nerviosos a quienes se estaban creciendo en el desafío a la legalidad constitucional y les está llevando a cometer errores como el rechazo a la amnistía que les proponía Sánchez o el de pedir la reconversión, en el texto de esa misma ley, del delito de terrorismo en un derecho histórico del secesionismo catalán. Tenemos, en fin, en nuestras manos un instrumento legal que está tensando la relación de Puigdemont con Sánchez. Y en ese momento, va la gente de Feijóo y se pone a desactivar dicho instrumento desdeñando públicamente el trabajo del citado y abnegado juez. ¿No es como para tirar la toalla, la toga y las papeletas que iban a darles a esas lumbreras el inmerecido voto?
El PNV ha visto en estas incongruencias una oportunidad para ponerse estupendo y decir cosas como que «en política tienes que mantener una única posición, defenderla con convicción y trasladarla de forma clara». Se agradece la leccioncilla de los jeltzales aunque resulte chocante viniendo de quienes han apoyado en el poder desde el primer día al tipo que más cambia de opinión en este país y que en el fondo ha aprendido esa volubilidad de ellos. Y es que Sánchez no es más que un alumno de ese PNV que apoyó la moción de censura contra Rajoy después de pactar con Rajoy los Presupuestos y que se ha inventado hasta una divertida ‘teoría del péndulo’ y de ‘las dos almas’ para justificar sus mutaciones tácticas. En lo único que se diferencia Sánchez del PNV es en que cambia de opinión a la velocidad de un ventilador; en que no controla, como el PNV, los tiempos del movimiento pendular y en que, en vez de dos almas, no tiene ninguna. Pero ya está el PNV para prestarle la que le sobra.