Edurne Uriarte, ABC, 13/3/12
Los conceptos etarras de «conflicto» y «paz» son viejos, pero están conociendo renovados tiempos de gloria
SE habla mucho de lenguaje sexista, normalmente con razón, y nada de lenguaje terrorista. A pesar de que es el terrorista el que está de moda últimamente. Resulta que hemos derrotado a los terroristas pero nos hemos quedado con su lenguaje lo que es como derrotar a los nazis y quedarnos con su discurso. Verdaderamente extraordinario. Y más si tenemos en cuenta el entusiasmo con el que los mismos que celebran el fin de ETA asumen las palabras de ETA.
Sobre todo la palabra estrella, la joya de la corona etarra, He aquí el mayor logro del blanqueamiento terrorista. Ni Amaiur ni Sortu ni los innumerables nombres que se ha inventado ETA para camuflarse en el sistema democrático. Ninguno de ellos tan eficaz como este de la izquierda abertzale, blanquísima fórmula con la que los terroristas, cómplices y amigos quedan convertidos en la pacífica, dialogante y respetable izquierda patriota. Repentinamente, ya no existe el brazo político de ETA aunque sean sus hombres quienes controlen la izquierda abertzale. Una palabra que ETA usó desde sus inicios pero que los demócratas siempre se negaron a aceptar hasta esta singular victoria sobre el terrorismo que se celebra con los conceptos del terrorismo.
Los conceptos etarras de son viejos, pero están conociendo renovados tiempos de gloria. Antes, quedaba algún resquicio de mal cuerpo a quien aceptara lo de la la incómoda percepción de que no se podía colocar la paz entre asesinos y ciudadanos pacíficos como tampoco entre violadores y víctimas, ya que tanto hablamos de lenguaje sexista. Pero se acabaron los complejos. Y aquí parece haber habido una guerra entre violadores y víctimas que ahora requiere la paz o todo tipo de concesiones para que los violentos se queden satisfechos de una vez. Para lo cual el lenguaje terrorista nos ha proporcionado una nueva variante, la Con el Gobierno vasco en primera línea de propaganda, se nos proponen todo tipo de propuestas para la convivencia. Para que los ciudadanos que jamás levantaron una mano contra sus vecinos aprendan a convivir con los asesinos, secuestradores y mafiosos. Con la asombrosa lógica de que las víctimas tienen que aprenden tanta como los violadores y de que estos planes, o son conjuntos, o no funcionan.
Y para rematar, otra perla del lenguaje terrorista, el La propuesta formal es del lendakari que ya no sabe qué más hacer para que los violentos se sientan felices. Y qué mayor felicidad que ese con el que terminan las conversaciones de paz de cualquier guerra que se precie. Menos mal que hemos derrotado a ETA.
Edurne Uriarte, ABC, 13/3/12