Leni

ABC 13/09/15
LUIS VENTOSO

· Filmó como nadie aquellas exaltaciones nacionalistas, tan concurridas y apasionadas

VIVIR desde agosto de 1902 hasta septiembre de 2003 es mucho vivir. Esos 101 años se tornan eternos si además te pasas setenta de ellos arrastrando el peso de una culpa abrumadora, como le ocurrió a ella. Dicen los que saben que cuando tenía poco más de 30 años Leni Riefenstahl, exbailarina y actriz, dirigió dos de las mejores películas documentales de la historia. Su ingenio visual llega a compararse con el de D. W. Griffith, el padre del cine moderno, o con los hallazgos de Orson Wells antes de convertirse en un Falstaff errabundo y voraz, que dilapidó su inmenso capital de talento. Leni hacía danzar a las multitudes. Leni fue la primera que filmó con raíles. Con qué elegancia acompasaba las imágenes a la música. Con qué aparente facilidad idealizaba el mundo hasta inventar un nuevo canon de belleza clásica. La grandeza de una nación hecha película.

Tras su espectacular documental de 1935, al año siguiente «Time» le concedió su portada, entonces todavía el podio global. Leni aparece concentrada en una ascensión de esquí, atlética, con esa belleza helada que era su marca. Corría el año 1936. Faltaban solo dos para «La Noche de los Cristales Rotos».

La película de 1935 arranca con un avión sobrevolando los edificios picudos de una hermosa ciudad centroeuropea de época. El avión pasa sobre una avenida atestada de gente, que marcha acompasada. El aeroplano avanza, pero sigue volando por encima de mareas humanas. Luego aterriza. Una ola de público levanta el brazo derecho, con muchas chicas en el esplendor de su lozanía en primer plano. Corean el nombre de un tipo un tanto pintoresco que baja del avión. Se llama Adolf Hitler.

Entre 1933 y 1938 Leni filmó su trilogía sobre el Partido Nacionalsocialista. Aquello era el renacer de Alemania tras la humillación de Versalles. La mejor de las tres películas es Eltriunfodelavoluntad. En su cierre, Hitler vocifera un discurso que quiere ser un abrazo a su nación: «Aquellos que no nos entienden no han experimentado las calamidades que ha sufrido nuestro pueblo. Nuestra promesa de hoy es que cada día, cada hora, pensaremos solo en Alemania. ¡Por Alemania!».

Después Leni rodó su alabada visión élfica de los Juegos de Berlín. Luego vino todo lo demás: las invasiones, los crímenes de guerra y el genocidio judío. El mal absoluto. La cineasta se excusó. Dijo que no sabía de los campos de exterminio (aunque llegó a tener como extras a gitanos de Auschwitz que tras el rodaje volvieron al matadero), que sí, que ella sintió la fascinación de tantos alemanes por los nazis, pero que ella no sabía, que ella no imaginaba… El resto de su larguísima vida se la pasó intentando huir de sí misma. Primero en Sudán, retratando a los nubas. Luego bajo el agua, descubriendo a los 72 años la fotografía submarina. Su legado es visualmente incontestable, pero hoy sabemos que el mensaje que iba debajo era moralmente putrefacto.

No sé por qué he escrito esto. Disculpen la divagación. ¿Qué imágenes de esta semana me habrán traído a la cabeza tan vieja historia? ¿Por qué siento siempre un raro desasosiego cuando veo desfilar por las calles la supuesta voluntad de una nación?