REBECA ARGUDO-ABC

  • No es contienda: solo hay militantes fanatizados haciendo el trabajo sucio al poder y, enfrente, defensores de la prensa libre

Alas puertas de un anunciado guerracivilismo (exagero) periodístico, alentado irresponsablemente por el hombre enamorado de la luna (el más alto, el más guapo, el que habla inglés), discrepo con algunos de mis colegas en la identificación de los posibles bandos: donde ellos ven medios afines al sanchismo frente a medios conservadores, yo veo militantes fanatizados, a un lado, y periodistas defendiendo la libertad de prensa, al otro. Porque si algo diferencia a los primeros de los segundos es que, mientras que aquellos quieren silenciar a estos, señalarlos y amedrentarlos, los del lado de acá (que diría Cortázar) defienden el derecho a informar y la libertad de expresión para todos. Para los de allá también. Para aquellos cuya línea editorial o particular sensibilidad política no coincide con la suya. O especialmente para ellos, que es al final lo único que garantiza las libertades de uno y el único lugar donde se ejerce la tolerancia.

Así pues, en puridad, para mí ni siquiera hay contienda. Para que haya enfrentamiento deben ser dos en conflicto, a cara perro. Si uno es el que ladra y el otro no, como en el tiro y la nuca o la patada y la espinilla, no es disputa: es agresión. No es la misma responsabilidad (ni el mismo daño) de puño que de nariz. Dicho lo cual, apuntalo mi idea en que esto no va ya de izquierdas y derechas, ya no es sanchismo (no hay izquierda, hijo mío, la izquierda es Sánchez y Sánchez es la democracia, todo fuera de él es caos y desolación) o ultraderecha. Ahora esto va de defender las libertades para todos o de hacerlo solo para unos cuantos, negándoselas al que disiente con la excusa que sea y sofisticando la explicación, envolviéndola en el papel de celofán de las buenas intenciones y las causas elevadas. Aquello de ser intolerante con los intolerantes porque en eso consiste la verdadera tolerancia (pobre Popper, si levantara la cabeza).

La trampa es fácil: no arremeterá directamente contra los medios, porque ni él osaría, pero sí contra los pseudomedios, ese concepto que ya se han encargado de popularizar y con el que, en un totum revolutum que es a la información lo que Sumar a la política, pretenden crear el hombre de paja que les permita sostener con una mano que se está con la libertad de prensa y, con la otra, que eso ni es prensa ni es libertad: es desinformación y fango. Y siempre habrá un pseudomedio al que señalar, ahí está el truco. Cuando acaben con unos, como en aquellos puzles de nuestra infancia, la pieza inmediatamente superior caerá para ocupar su lugar. Siguiente a abatir, su tabaco gracias. Y los serviles, ansiosos de azucarillo y caricia en el lomo, harán el trabajo sucio. Pero, insisto, no es contienda: solo hay militantes constantes y fanatizados haciendo el trabajo sucio al poder, siempre ansioso de silenciar al que incomoda y, enfrente, defensores de la prensa libre y la libertad de expresión. Que no admite gradación: o se defiende siempre y para todos o no es defensa, es limitación.