Juan Carlos Girauta-ABC

Está por ver la solidez del club del euro cuando se conozcan las magnitudes de la recesión

Entre otras cosas, el estado de alarma pone al descubierto la desarticulación territorial de España, la naturaleza de la Unión Europea, la robustez de la sociedad civil, la vigencia de valores profundos no ideológicos y la índole destructiva de los llamados proyectos de construcción nacional.

Una parte de la lista, no exhaustiva, nos anima y conforta; otra confirma males conocidos. Veamos. Como Estado compuesto, el autonómico resulta menos eficaz que el federal, pero por razones contrarias a las que esgrimen los socialistas, especialmente el PSC, con su engañifa nominal que busca consolidar un Estado asimétrico, con españoles de primera y de segunda.

El federalismo -sin asimetrías- funciona mejor que el autonomismo porque en aquel, al menos, son claras y seguras

las atribuciones del Estado federal, y sólidos sus principios de unidad. Aquí, a la que se han centralizado, por la excepcionalidad, competencias de sanidad, el ministro del ramo se ha encontrado con un cuadro de mandos de juguete.

Las confiscaciones de material sanitario han tenido consecuencias nefastas que se traducen en pérdida de vidas y en personal crucial infectado. La suerte de cada español depende de la capacidad de gestión de sus autoridades autonómicas, que conservan la competencia para comprar directamente aquellos materiales en el mercado internacional. La previsión de cada autonomía, su rapidez de respuesta, que sepa o no buscarse la vida, es determinante… lo que tiene muy poco que ver con una nación de ciudadanos libres e iguales.

La Unión Europea, como proyecto basado en valores con la vista puesta en unos Estados Unidos de Europa -tal fue el deseo de sus padres fundadores-, simplemente no es algo real. Es una narrativa, un discurso. Sí existe como instancia cohesionadora, que no es poco; España se benefició de esa vertiente. También existe como garante financiero. Pero eso tiene límites, sobre todo en la resaca de la crisis de 2008. Está por ver hasta dónde llega la solidez del club del euro cuando se conozcan las magnitudes de la recesión. Sí, recesión. ¿O se han creído ustedes las mandangas de Calviño? Por cierto, ya va siendo hora de que nuestros gobernantes nos traten como adultos. Con la mitad de Merkel me conformo.

Vuelve a dar la talla el sujeto soberano, el pueblo español. Sus sanitarios, policías o soldados están demostrando una disposición, un espíritu de sacrificio y una profesionalidad admirables. También muchas empresas. Son la manifestación de una sociedad dotada de valores que desbordan las adscripciones ideológicas.

Los insolidarios crónicos, los desalmados cabe decir dadas las circunstancias, son -qué sorpresa- los nacionalistas. Los de Cataluña, hasta el extremo obsceno de desplegar campañas internacionales de infundios para perjudicar a España. Ven en cada tragedia una oportunidad a aprovechar. Así fue tras el atentado de las Ramblas y así es ahora.