EDITORIAL ABC – 24/12/15
· España necesita tanta generosidad y responsabilidad como la que hubo en 1978, no sólo para hacer frente a la crisis, sino para evitar que el extremismo izquierdista rompa la convivencia democrática entre los españoles.
La respuesta negativa del candidato socialista, Pedro Sánchez, a la propuesta de acuerdo que ayer le hizo Mariano Rajoy no es peor que su pretensión de alcanzar la presidencia de Gobierno con un pacto multilateral de izquierdas. Pedro Sánchez se presentó ayer en La Moncloa con un enfoque muy particular de lo sucedido el 20-D. Convendría que alguien en su partido le dijera que, bajo su liderazgo, el PSOE ha llegado a mínimos históricos y nada indica que haya tocado suelo. Y que ha encabezado en Madrid una candidatura que quedó en cuarto lugar, cuatro puntos por debajo de la media nacional de su partido.
Llegó también a La Moncloa con advertencias inequívocas de los barones socialistas sobre las líneas rojas de sus decisiones: no a Rajoy, pero también no a Podemos. Sánchez demostró ayer en La Moncloa que no puede asumir en asuntos de Estado la interlocución del principal partido de la oposición.
Este es el momento para un compromiso con la nación, para responder con patriotismo ante la encrucijada en que España ha sido colocada por las urnas: gobierno precario, frente de izquierda extrema o nuevas elecciones. Con el voto en contra del PSOE y de las demás fuerzas de izquierda, así como de las nacionalistas y separatistas, a Mariano Rajoy no le bastarán sus 123 escaños y la inefable abstención de Albert Rivera. El líder de Ciudadanos quiso sacar ayer a su partido de la irrelevancia a la que le conducía la opción abstencionista y propuso un pacto a tres con PP y PSOE, a sabiendas de que los socialistas no lo secundarán.
En el terreno de los deseos, la mayoría de los españoles optaría por esta fórmula de consenso excepcional y de duración limitada a la consolidación de la recuperación económica. En el ámbito del realismo político, Sánchez tiene asumido que de ninguna manera puede permitir, por activa o por pasiva, que Rajoy sea presidente. Prefiere ser izquierdista a la portuguesa antes que socialdemócrata alemán.
Si Sánchez sólo piensa en su supervivencia política, al fijar posición contra Rajoy y contra los dirigentes de su partido que sí tienen verdadero poder político, no hay apenas expectativas para una investidura, salvo que el PSOE acepte pactar con Podemos y firmar su programa anticonstitucional de referendo por la autodeterminación en Cataluña.
El PSOE de Pedro Sánchez nunca habría propiciado un pacto de concordia como el de 1978, y la coyuntura en la que hoy está España necesita tanta generosidad y responsabilidad como entonces, no sólo para hacer frente a la crisis, sino para evitar que el extremismo izquierdista, disfrazado de cordero, rompa la convivencia democrática entre los españoles.
EDITORIAL ABC – 24/12/15