Miquel Giménez-Vozpópuli

¿Recuerdan que en marzo la cámara rechazó la moción de censura con Don Ramón Tamames como candidato? ¿Tienen presente que se exigía a Sánchez la convocatoria de elecciones generales para sanear el ambiente viciado de la vida pública española? Yo sí, y recuerdo que a la moción se la tachó de esperpéntica, de circo, de pura pose, de un uso “espurio” de las instituciones. Solo fue secundada por VOX, con todo el bloque sanchista-comunista-separata-bilduetarra y demás comparsas en contra y la abstención exquisita del PP. Doscientos un diputados vomitando espumarajos contra Tamames y Abascal, doscientos un diputados votando en contra de lo que dijo el docto profesor, doscientos un escaños nutridos de odio y revanchismo. Los mismos que ahora dicen que hay que erradicar a la extrema derecha.

Tras apenas dos meses VOX ha triplicado el número de concejales, los podemitas han desaparecido, el PP le saca más de ochocientos mil sufragios al sanchismo. Ayuso, Almeida o Albiol – lo que en su caso tiene el mérito de una gesta – obtienen victorias con mayoría absoluta, el independentismo ha bajado en votos aunque todavía falte mucho por hacer, la izquierda, en suma, se ha estrellado contra la paciencia de los españoles que han dicho basta y Sánchez se ha visto en la obligación de convocar elecciones generales este julio.

En clave catalana el triunfo de Trias crea una rotura en las placas tectónicas de Junts, de por sí bastante fracturado. Trias quiere devolver las aguas al cauce convergente. Que sea una maniobra estratégica, no lo niego. Pero he vivido la Barcelona de Trias y la de Colau. No hay color. Además, ojalá todos los separatistas fuesen como Trías que, básicamente, es buena persona y hombre de un gran sentido común.

El triunfo de Trias crea una rotura en las placas tectónicas de Junts, de por sí bastante fracturado

VOX ha actuado como el pez que sacude las arenas del letárgico fondo del acuario y hace espabilar a los demás. En Barcelona, obtiene dos concejales; en Tarrasa, en Mataró, en infinidad de lugares, ha irrumpido en la vida municipal gracias a picar piedra día a día en la calle. O los cuatro concejales que ha sacado el PP con Dani Sirera en Barcelona, doblando el resultado. Si lo hubiesen presentado antes como candidato, habría sacado entre siete y ocho, no lo duden. Y eso sólo es el principio, porque el joven político popular sabe que esto es una carrera de fondo.

VOX ha actuado como el pez que sacude las arenas del letárgico fondo del acuario y hace espabilar a los demás

¿Una ola derechista barre a la izquierda? Pues no. No es derechista. Se llama tener dos dedos de frente. No hace falta ser un genio para ver lo que pasa con los okupas, con los sueldos de miseria, con las subvenciones que se reparten entre amiguetes, con la dejadez en limpieza, el orden público, el comercio. La gente está cansada de palabrería, de promesas, de mercachifles, de chochocharlas, de perspectivas de género, de naciones sin estado. La gente lo que quiere es ganarse la vida honradamente, que no la ahoguen a impuestos, poder adquirir una vivienda y, sobre todo, orden, ley y persecución a esos delincuentes que la izquierda caviar ha elevado a la categoría de héroes. Lo que pedía Don Ramón y lo que pide la gente, que nada tiene que ver con las pajas mentales de los tertulianos pro gubernamentales y la palabrería del niño de la Moncloa.

Ahora toca ver si este julio el conjunto de los españoles hacen llegar al Congreso esa apelación al sentido común. Antes, PP y VOX deberán dar una muestra de sentido del estado acordando gobernar en municipios y comunidades. No lo pide Tamames. Ni VOX. Lo piden los españoles.