EL CORREO 27/08/13
La participación en la cadena humana que cruzará Cataluña ahonda las diferencias entre la dirección y el sector soberanista
El Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) se acerca cada vez más al abismo de la ruptura. Una carta firmada por su ‘número dos’, Antonio Balmón, cargando con dureza contra el sector más catalanista, traspasó ayer por primera vez la esfera privada y exhibió en público el clima de fractura que se vive en el seno de la formación catalana. El motivo en esta ocasión es la participación en la cadena humana que cruzará Cataluña con motivo de la Diada, a la que se opone la dirección del partido y en la que van a participar miembros del sector soberanista.
Sánchez-Camacho avanza que Rajoy no negociará con Mas la celebración de la consulta sobre el derecho a decidir
Balmón, político de la máxima confianza del primer secretario, Pere Navarro, se despachó a gusto contra los miembros del ala crítica, que representa al 25% del partido, y afirmó en un artículo en ‘El Periódico de Catalunya’ que en el PSC «sobran algunos dirigentes» porque, a su juicio, se comportan como «profesionales del ruido y la polvareda», «vanidosos» que dan «munición al adversario» y actúan como «mercenarios de aquellos que han contaminado el derecho a decidir».
Lo que desde hace tiempo enfrenta a la dirección del PSC, que se desangra en votos y en corrientes internas, con el sector catalanista es la posición del partido en relación al debate soberanista. Hace un año, los catalanistas participaron en la gran manifestación independentista de la Diada y este año tienen previsto hacer lo mismo en la cadena humana que recorrerá Cataluña de sur a norte para reclamar la autodeterminación. Navarro, que trata de mantener lazos con el PSOE y no sumarse a la corriente secesionista, a pesar de que sectores soberanistas de su partido le piden que lo haga, conminó la semana pasada a sus votantes a no participar en esa protesta.
En el año largo que lleva como primer secretario, Navarro ha tenido que lidiar con un motín interno de cinco de los veinte diputados que tiene el partido en la Cámara catalana y que rompieron la disciplina del grupo cuando se negaron a votar en contra de la declaración de Parlamento que definió a Cataluña como sujeto político y jurídico soberano.
Los aludidos por Balmón no tardaron mucho en responder a la dirección socialista con el argumento de que no sobra nadie en el PSC, sino que falta gente y negaron que estén forzando un congreso extraordinario para derrotar al primer secretario y elegir ya el candidato a la Generalitat.
El nuevo curso
El nuevo curso político catalán arranca hoy para el Gobierno catalán con una fecha y una convocatoria en el horizonte: la consulta independentista que Artur Mas pretende celebrar en 2014. El presidente de la Generalitat, que en la reunión de su Ejecutivo de esta mañana anunciará qué consejeros apoyarán la gran cadena independentista del 11-S –en la que estará medio gabinete catalán aunque no se prevé que él acuda–, todavía espera la respuesta de Rajoy a su carta en la que solicitó permiso para convocar el referéndum. No es previsible que la respuesta del presidente del Gobierno depare sorpresas, según avanzó la presidenta del Partido Popular catalán, Alicia Sánchez-Camacho.
Para el PP no hay negociación posible más allá del ámbito de la ley y la Constitución. Sánchez-Camacho invitó además a Mas a llevar su reivindicación al Congreso, como ocurrió con el ‘plan Ibarretxe’. De la respuesta que dé Rajoy a Mas dependerán los próximos pasos del Gobierno catalán, que sentirá la presión de sus socios de Esquerra Republicana y del mundo indepen dentista, ya que pedirán que vaya hasta el final y convoque la consulta aunque sea sin permiso.
El presidente catalán tiene en el cajón un informe de su Consejo Asesor para la Transición Nacional que concluye que, ante la negativa del Ejecutivo central a negociar, estará «legitimado» para convocar una consulta alternativa –organizada por ayuntamientos o por entidades privadas con el apoyo indirecto de los ayuntamientos o de la Generalitat–, celebrar unas elecciones plebiscitarias, declarar la independencia de manera unilateral mediante un pronunciamiento por parte del Parlamento autonómico o recurrir a la mediación internacional.