ABC 17/01/16
· Silencio de Susana Díaz para no poner el foco en la lucha por el liderazgo con Pedro Sánchez
En la ofensiva de diciembre llevaron la voz cantante Díaz y García-Page; ahora, Fernández Vara y Lambán
Los barones críticos con Pedro Sánchez están «muy preocupados» por la deriva del PSOE en las negociaciones de investidura, pero no quieren que el nuevo choque, a propósito de la cesión de senadores a los independentistas de ERC y Democràcia i Llibertat, sea usado por el secretario general para aferrarse al cargo. Ya salieron escaldados del Comité Federal del 28 de diciembre, del cual solo trascendieron el navajeo y la idea de que maniobraban para relevarle por Susana Díaz en el 39 Congreso.
A esto ayudó que el objeto formal de la polémica era muy confuso: si el congreso debía celebrarse cuando tocaba, en febrero/marzo, o retrasarse, como quiere Sánchez, con el argumento de no interferir en la investidura. En términos de opinión, y entre la militancia, no se entendió que los socialistas anduvieran a la greña por algo tan aparentemente «técnico» el día siguiente de las elecciones.
No lo era. Aquella ofensiva, que ahora tiene su continuación, se gestó en las federaciones andaluza, asturiana, extremeña, valenciana, castellanomanchega y aragonesa, la misma noche electoral, como reacción a las palabras de Pedro Sánchez calificando de «histórico» el peor resultado del PSOE (1,4 millones de votos menos que en 2011 y solo 90 escaños). Y se armó al día siguiente, al oírle anunciar a la Ejecutiva que retrasa el 39 Congreso y opta a la reelección.
Susana Díaz y el resto de líderes territoriales interpretaron el retraso como un intento de «blindarse» en la candidatura a La Moncloa, por si hubiera repetición de elecciones, y se pusieron manos a la obra para impedirlo. El problema es que amagaron y no dieron, en particular la andaluza, quien salió muy tocada ante la militancia del resto de España. No contaron con que el discurso del «gobierno de izquierdas» de Sánchez tiene mucho predicamento entre los afiliados ni con la división en sus propias federaciones.
Esa primera escaramuza quedó en tablas: Sánchez convocó el Comité Federal del 30 de enero y los barones le dejaron negociar un «gobierno de izquierdas» que creen aritmética y políticamente imposible, a condición de que respetase la «linea roja»: no negociar con el independentismo. La cesión de senadores les ha encendido todas las alarmas porque les ha confirmado que el líder socialista «quiere ser presidente a cualquier precio y se puede llevar al PSOE por delante», señala uno de ellos a ABC.
De ahí el silencio en esta ocasión de dos protagonistas del 29 dieciembre: la propia Díaz y el castellano-manchego, Emiliano García-Page. La presidenta andaluza no quiere hablar para no dar a Ferraz el argumento de que es otro movimiento suyo para derribar a Sánchez para ponerse ella. El viernes hablaron, y mucho, el extremeño, Guillermo Fernández Vara y el aragonés Javier Lambán. Esta vez, los barones van a medir muy bien sus palabras y gestos, hasta el Comité Federal del 30 de enero. Quieren que quede claro que les preocupa la «gravedad» del PSOE, no el liderazgo.