Los empresarios catalanes aparcan su silencio y claman contra el separatismo de Mas

ABC 02/02/14

· Alud de críticas sin precedentes a la ruptura de España que propone el presidente autonómico; Bonet, Fainé, Oliu o Rosell hacen público su rechazo

«Proyecto suicida» Mas dice que si Cataluña ha esperado tantos años, vale la pena sufrir el perjuicio de salir de la UE Marca España La mayoría de firmas que apoyan Marca España son catalanas, entre ellas La Caixa y Freixenet Presión fiscal Las 30 nuevas tasas que ERC ha impuesto a CiU indignan a los empresarios

Año de consulta independentista, pero también de plante del empresariado catalán. A modo de vasos comunicantes, el acelerador secesionista del presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha tenido como respuesta un alud de críticas sin precedentes por parte de directivos, financieros y hombres de negocios que rechazan la ruptura de España. Y si antes este sector optaba por el silencio para salvarguardar sus intereses, aunque en privado expresaban su preocupación, ahora los avisos son públicos y notorios. Son gestos individuales, sí, pero transmiten el malestar de quienes son el motor de la economía catalana, es decir, española. No en vano, la mayoría de las empresas que dan apoyo a Marca España son catalanas, entre ellas Freixenet y La Caixa, cuyos presidentes se han desmarcado esta semana de la aventura separatista.

José Luis Bonet es un empresario catalán de pura cepa, nunca mejor dicho. Hombre hecho a sí mismo, posee una de las empresas de cava más importantes del mundo. Sus declaraciones al diario «The New York Times» el pasado mes de octubre en las que aseguraba que «Cataluña es una parte esencial de España y así es como debería continuar» levantaron ampollas. Hay quien incitó al boicot en las redes sociales, pero lejos de amilanarse, Bonet acudió el 25 de enero a la convención del PP catalán para participar en un debate moderado por el jefe de Gabinete de Mariano Rajoy, Jorge Moragas, donde afirmó que «es tan estrecha la relación entre Cataluña y España, somos tan “unos” que será difícil dividirnos». No fue difícil convencer a Bonet, que además preside Feria de Barcelona, de que acudiera al cónclave popular. Bastaron dos llamadas, la del secretario general del PPC, Jordi Cornet, y la de la diputada Dolors Montserrat —vecina del municipio donde está la sede de Freixenet, Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona)—.

Igualmente significativa es la postura del presidente de La Caixa, Isidre Fainé, quien este mismo viernes se pronunció sobre el proceso soberanista catalán. Defendió «un gran acuerdo» entre los gobiernos español y autonómico y aseguró tener «gran confianza» en los líderes políticos, pues solo concibe una solución dentro de la ley. Palabras parecidas pronunció en Washington, en un acto celebrado en la residencia del embajador español. Fainé es quizá el hombre más poderoso en Cataluña y en encuentros privados con Mas, le ha instado a seguir la senda de la moderación. «Hay muchos empresarios que venimos diciendo que mejor juntos que separados. Yo lo he dicho 25.000 veces», aseguró esta semana el presidente de la CEOE, Juan Rosell, ex presidente de la patronal catalana Fomento.

Inmolación
Pero no parece que el líder nacionalista esté dispuesto a dar marcha atrás, a juzgar por los comentarios que realiza en foros empresariales. Según ha podido saber ABC, en una reunión no oficial con directivos de banca, Mas aseguró estar dispuesto a inmolarse y ceder el liderazgo de la causa secesionista a ERC si, como se prevé, la consulta del 9 de noviembre no puede celebrarse y se adelantan elecciones.

Mentar a ERC ante un empresario es llamar al mal tiempo. No solo por la mala experiencia del Gobierno tripartito, donde contribuyeron a disparar la deuda catalana a base de incrementar el gasto público, sino por la presión fiscal que Artur Mas ha aceptado aumentar en base a su acuerdo de legislatura con el republicano Oriol Junqueras. Nada menos que 30 nuevas tasas contemplan los presupuestos de la Generalitat para 2014.

Este es el compañero de viaje que ha elegido el presidente catalán en su proyecto independentista. Un proyecto que también rechaza el presidente de Banco Sabadell, Josep Oliu, quien el pasado 24 de enero, con motivo de la presentación de los resultados de la segunda entidad financiera catalana, aseguró que la consulta «no forma parte de nuestros escenarios económicos». De «postura suicida» califican algunos empresarios la decisión de Artur Mas de abrazar el separatismo. Asegura a todo aquel hombre de negocios que le quiera oir, especialmente en actos no oficiales, que vale la pena asumir el riesgo de salir de la Unión Europea, perder inversiones y posición en el PIB y arrastrar la consideración de «bono basura». «Si hemos aguantado más de mil años (el nacionalismo asegura que Cataluña es una nación milenaria), merece la pena pasar unos cuantos años mal», afirma el líder de CiU.

Obviamente, este planteamiento pone los pelos de punta al empresariado, que en fase de superar la crisis económica lo que menos necesita ahora es una inseguridad jurídica que ahuyente al inversor extranjero. La historia reciente demuestra que cuando a un empresario catalán tiene que elegir entre la patria o el dinero, elige lo segundo. El caso Spanair, cuya falta de viabilidad provocó una estampida de los empresarios que debían financiar la aerolínea catalana, es un ejemplo. Un fiasco de estas características no se soluciona en esos almuerzos en el Empordà en los que Mas se siente tan cómodo. Fue en un formato de estas características donde ofreció a Salvador Alemany, presidente de Abertis, la Consejería de Economía. Alemany la rechazó, pero aceptó presidir un comité asesor de la Generalitat. A finales de diciembre, Alemany dijo que en el proceso catalán «no se puede acabar de ninguna otra manera que no sea con el diálogo».

Precisamente de diálogo se habló en otra comida en el Empordà, la organizada el pasado 25 de enero por el cazatalentos Luis Conde, al que asistieron el propio Mas, dos ministros españoles, la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre (que trabaja para Conde), y una pléyade de empresarios. Conde expresó que no sabe «por qué los empresarios están tan callados» sobre la cuestión catalana. «El empresariado está muy preocupado y demasiado callado; lo que quiere es estabilidad; debemos luchar para conseguir una solución para los próximos cinco años, no un proyecto para dentro de veinte años». Propone cambios en este sentido, pero «estoy convencido de que es mejor el acuerdo que la decisión de marchar».

Destacar que quien abrió fuego en este desmarque empresarial del independentismo fue el presidente del grupo Planeta, José Manuel Lara, quien hace algo más de un año, dijo que si Cataluña rompe con España «Planeta se tendrá que ir».