Miquel Giménez-Vozpópuli
- Una nueva producción en la que no falta de nada. Caídas, peleas, humor y mucho, mucho surrealismo
Este año los productores de la ANC Century Fox y Ómnium Goldwyn Mayer nos han ofrecido un nuevo producto que, la verdad, a este crítico le ha parecido bastante más flojo que los anteriores. Con la repetición de los mismos gags que les han dado tanto éxito durante los últimos años, el argumento no presenta ninguna novedad. Se nota la falta de medios en la producción, que cuenta con muchísimos menos extras. El vestuario ha sido más pobre que en otras producciones y, para qué nos vamos a engañar, faltaban algunos protagonistas mientras que sobraban otros. Todo eso hace que el guion se resienta y ni siquiera el ampuloso exceso de cámaras de TV3 y el número de diferentes ángulos en las tomas permiten disimular que nos hallamos ante una Diada que, lamentamos decirlo, se sumerge de pleno en la Serie B.
El nervio se ha perdido debido al abuso machacón a lo largo de la última década de los lemas sobados, los eslóganes entonados casi con desmayo salvados solo en postproducción por TV3
Los guionistas han querido aumentar la dosis de surrealismo ya habitual en esta ya longeva serie introduciendo escenas de peleas entre los protagonistas. Escenas que, hay que reconocerlo, dan un interesante giro de guion puesto que hasta ahora no se habían utilizado. Lástima que en las peleas en el Fossar no se hayan utilizado las siempre eficaces tartas de nata, lo que hubiera subrayado todavía más la hilaridad de ver peleándose entre sí a los participantes. Sugerimos que, de cada a las próximas Diadas, se tenga en cuenta este recurso de probada comicidad. Debemos aquí hacer un reproche a los responsables del guion, porque los diálogos son bastante más pobres que los que conocíamos y a los que el público se había acostumbrado. Podemos entender que, buscando el facilón efecto que produce escuchar llamar botifler o fill de tal a Junqueras los responsables se hayan contentado. Pero creemos que, dado lo que cobran, podían haberse trabajado más el texto, empleando ese verbo florido y sutil que han usado otras veces. Tienes un lío con Arrimadas o Te pone Cayetana habrían sido de mayor impacto, dirigidos a Junqueras o Aragonés, que ese resbaloso insulto común. Qué magnífica ocasión desperdiciada.
En cuanto a los protagonistas, insistimos, hemos echado en falta a algunos. Paluzie, la mejor encarnación de Margaret Dumont que se conoce, ha estado en su línea, con esa falsa seriedad que mueve a la hilaridad más desatada; Cuixart, perfecto en sus pantomimas gesticulantes, cargadas del histrionismo que hace las delicias de su público. Pero nos han faltado Lluís Llach interpretando alguna de sus conocidas canciones o al gran caricato Quim Torra y su célebre «apreteu». El resto es tan prescindible por sabido como carente de pulso. El nervio se ha perdido debido al abuso machacón a lo largo de la última década de los lemas sobados, los eslóganes entonados casi con desmayo salvados solo en postproducción por TV3. No es això, companys, no és això. Es el problema cuando se pretende estirar demasiado el chiclé de una producción que, deja verse limitado a una o dos, se recordaría con la frescura que las caracterizaron. Hay que saber cuando parar, por mucho que la taquilla te siga rentando.
Esperamos con fruición «Los Hermanos Marx en la mesa de diálogo» que promete ser más divertida y jugosa en cuanto a ese surrealismo que ha hecho de la Cataluña separatista inspiración para las grandes producciones audiovisuales
Por lo demás, nos gustaron las procesiones de antorchas o, singularmente, la escena de acoso a Jefatura en Vía Layetana, mucho más tibia que las colosales escenas que vimos en «Los Hermanos Marx en Urquinaona», tan repletas de acción. En este caso se nos quedan cortas. Unos petardos de humo, algunos objetos arrojadizos, papel higiénico acumulado durante el confinamiento, un pavo que salta las vallas de protección ante Jefatura para salir pies en polvorosa en cuanto se le acercan unos antidisturbios y poco más.
Si tuviéramos que calificar «Los Hermanos Marx en la Diada» no podríamos darle un aprobado, aunque ahora aprobar no sea imprescindible. Esperamos con fruición «Los Hermanos Marx en la mesa de diálogo» que promete ser más divertida y jugosa en cuanto a ese surrealismo que ha hecho de la Cataluña separatista inspiración para las grandes producciones audiovisuales.
Y quisiéramos llegar a ver «Tú a Boston, yo a Waterloo» protagonizada por Puigdemont y Junqueras con la aparición estelar de Pilar Rahola haciendo de Doris Day. Si la subvención llega a tiempo, podríamos disfrutarla en nuestras pantallas por navidades.
Sea como sea, saquen las palomitas.