Francesc de Carreras-El Confidencial
- El PP lo tenía fácil por los errores y disparates del adversario, pero él solito se está perjudicando. Puede rectificar para emprender de nuevo el vuelo, pero no lo hace y cada vez se complica más la vida
Excepto el sondeo del CIS, los demás llegan a la conclusión de que el PP aumenta sus votos y disminuyen los del PSOE, también los de Podemos. La distancia hasta ahora va en aumento. Es cierto que las encuestas con mayor credibilidad son aquellas que se llevan a cabo cuando las elecciones están a la vista y, aunque todo es posible, en estos momentos no hay perspectivas de un adelanto electoral, por tanto el límite todavía sigue hasta fines de 2023, dos años faltan.
Pero, además de los sondeos, también cuentan las percepciones personales, y estas coinciden más con los resultados que dan los institutos de opinión privados que con el CIS. El Gobierno de coalición, con la prudente Yolanda Díaz en lugar del atolondrado Pablo Iglesias, parece haber ganado cohesión aunque, entre otras razones, su dependencia de ERC parlamentariamente lo sigue haciendo altamente inestable. Quien se fía de los republicanos catalanes siempre ha acabado devorado por ellos. No es una regla inmutable, pero de nuevo tiene visos de cumplirse.
Por tanto, hasta ahora, más todavía a partir de su aplastante triunfo en Madrid el 4 de mayo pasado, el vuelo emprendido por el PP parecía sólido y seguro. Solo faltaba no meter la pata, dejar que el adversario se fuera desgastando progresivamente hasta estrellarse y dar la imagen de ser un partido cohesionado y con sentido de Estado. Pues bien, incomprensiblemente, dicho partido no está cumpliendo con estas dos últimas condiciones y ello afecta a las dos anteriores: mete la pata y refuerza la coalición de gobierno. El PP lo tenía fácil por los errores y disparates del adversario, pero él solito se está perjudicando. Puede rectificar para emprender de nuevo el vuelo, pero no lo hace y cada vez se complica más la vida.
Para ganar unas elecciones generales, el PP debe ser un partido con sentido de Estado, sólido, seguro e internamente cohesionado
El veto a la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) resulta incomprensible. Por supuesto, el PP tiene derecho a pretender cambiar una ley orgánica que en los aspectos básicos de la elección de consejeros dura ya 35 años, incluso puede sostener que en su aplicación no se ha respetado la sentencia interpretativa del TC, que data de 1986 —aunque en ello ha participado en igual medida que el PSOE—, pero lo que no puede es contribuir decisivamente a vulnerarla con el absurdo argumento de que la renovación procederá cuando la ley se cambie.
Esta razón, que sostiene el PP desde hace unos meses —antes había defendido otras más aceptables—, no tiene un pase. Se trata de una ley válida (dado que según el TC no es contraria a la Constitución, su norma superior) y vigente (no ha sido derogada por otra posterior). Además, el órgano que la aprobó (las Cortes Generales) es el competente. Estas tres condiciones demuestran que es de obligado cumplimiento. Pero hace más de 1.000 días, casi tres años, que el Congreso y el Senado están vulnerando la Constitución. Un escándalo.
El empeño del PP en eludir su deber de llegar a un acuerdo parlamentario porque no está de acuerdo con el contenido de la ley carece de todo fundamento jurídico, es un caso de desobediencia clara al orden constitucional. La conclusión es que un partido que defiende posiciones antijurídicas demuestra un muy escaso sentido de Estado.
La otra cuestión que está perjudicando gravemente la imagen del PP es la disputa sobre quién debe ocupar la presidencia del partido en la Comunidad de Madrid. A mi modo de ver, se trata de un tema menor y la controversia resulta casi surrealista. Pero para algunos no debe ser tan menor si, al parecer, esta imagen tan perjudicial de desunión interna les compensa.
En el centro de la polémica se encuentra, por lo visto, Isabel Díaz Ayuso, la popular y controvertida líder que arrasó en las pasadas elecciones autonómicas. ¿Piensa alguien que aumentará sus poderes de control y dirección del partido en la comunidad si ostenta este cargo o seguirá teniendo los mismos poderes por el apoyo popular que alcanzó al ser elegida y su posición de presidenta de la comunidad? La verdad es que me parece una lucha estúpida y sin sentido alguno, pero deteriora la imagen del partido en toda España y pone en duda la autoridad y el liderazgo de Casado. ¿Está Díaz Ayuso o alguno de sus consejeros tras estas oscuras maniobras?
La adolescente Niña quizás en mayo pasó a ser Doña, como se dice en México. Pero la advertencia del antiguo bolero sigue siendo válida: «Doña Isabel tenga cuidado, donde hay pasión hay pecado». La hibris es uno de los peligros que acechan a aquellos que actúan con un exceso de orgullo y arrogancia. Acabó con Rivera e Iglesias. Lea a Herodoto, Doña Isabel. Cuídese de la hibris.
Para ganar unas elecciones generales, el PP debe ser un partido con sentido de Estado, sólido, seguro e internamente cohesionado. De forma incomprensible, se está esforzando en no serlo. Su imagen se deteriora, la de la política y los políticos también.