Los mensajes electorales

EL MUNDO – 02/01/16 – JOSÉ MIGUEL DE ELÍAS

· Las elecciones del 20-D han puesto a cada partido en su sitio, como lo hacen siempre las elecciones. El PP, primera fuerza con el 28,7% de los votos, ha perdido más de 15 puntos respecto a la anterior convocatoria, algo más de la tercera parte de sus votantes. El PSOE, segunda fuerza con el 22% de los sufragios, también se ha dejado más de seis puntos. Por el contrario, dos fuerzas políticas que no se presentaron en 2011 –Podemos y Ciudadanos– han obtenido el 20,7% y el 13,9% de los votos, respectivamente.

Estas subidas y bajadas han desembocado en una composición del Congreso que muy difícilmente permitirá un Gobierno estable. Tendremos elecciones en tres o cuatro meses o, si se consigue formar gobierno, en menos de dos años, que es lo máximo que razonablemente podría aguantar un gobierno multipartidista.

De cara a unos próximos comicios a corto plazo, resulta esencial el análisis sobre las causas y circunstancias que han llevado a esta distribución parlamentaria. Intentando interpretar alguno de los mensajes recibidos por los partidos, me atrevo a exponer lo siguiente.

El PP ha sufrido un fuerte desgaste. La sociedad española ya le advirtió en las andaluzas de 2012 que, aunque puedan ser necesarios ajustes como la reforma laboral, si son dolorosos no quedarían sin respuesta en las urnas. Así se lo ha vuelto a recordar en esta ocasión. Sin embargo, también es cierto que esta misma sociedad le ha marcado un suelo y le ha permitido seguir siendo el partido hegemónico.

Dicho esto, el mayor problema del PP, que ha salvado los muebles en gran parte del territorio, es su situación en Cataluña y el País Vasco, dos huecos preocupantes tanto desde el punto de vista electoral como político. Los populares deberán reflexionar sobre su actuación en estas dos autonomías, fundamentales para la estabilidad del conjunto de España.

Por el contrario, el mejor logro obtenido por el PP es seguir siendo la fuerza de centro derecha de referencia en el resto de las circunscripciones. Ahora bien, o Mariano Rajoy comprende el mensaje que le ha transmitido la sociedad a través de las urnas –esto es, que las medicinas amargas deben ir acompañadas, si no sustituidas, por más árnica– o no podrá recuperar la mayor parte del voto perdido. Y si a esto añadimos que una parte de su electorado le ha sido fiel más por miedo a lo desconocido que por amor a su proyecto, una evaluación inteligente de esta situación debería servir para afinar sus próximas propuestas.

Si ha habido un partido que empezó la campaña con unas expectativas muy por encima del resultado obtenido, éste ha sido Ciudadanos. A principios de diciembre estaba como segunda fuerza en las preferencias de los electores, pero se ha derrumbado a lo largo de la campaña hasta la cuarta posición obtenida finalmente.

Obviamente, algo ha fallado en la estrategia del partido de Rivera. Tuvo un cambio de ritmo a principios de la campaña electoral, coincidiendo con el cambio de tendencia. Posiblemente, ante las buenas expectativas de las encuestas, Ciudadanos decidió intentar el asalto a los cielos. De presentarse como un partido de equilibrio entre los dos clásicos, pasó a ofertar su candidatura a dirigir el país, retando a la ciudadanía a no apoyarse en las muletas clásicas PP y PSOE. Ni derecha, ni izquierda, sino una síntesis de ambas, el centro.

Desgraciadamente para Ciudadanos, este cambio de estrategia coincidió con una fuerte recuperación del eje de discusión izquierda-derecha, consecuencia de la postura que tomó el PSOE de duro enfrentamiento con el PP, plasmada en el debate a dos.

Cuando un tema en una campaña electoral se activa fuertemente, las fuerzas políticas más perjudicadas son las que intentan matizar y no se definen claramente por una opción o su contraria. Este mismo efecto lo sintieron Podemos y sus coaligados en las elecciones catalanas con la cuestión de la independencia.

Por tanto, parece que el mensaje para Ciudadanos por parte de las urnas ha sido que a día de hoy su papel no es de gobierno. La tensión izquierda-derecha es todavía demasiado fuerte. UCD, frecuente referente de Ciudadanos, fue en su momento desmembrado por dicha tensión.

Por tanto, en la capacidad de transmitir la idea de ser una fuerza estabilizadora, flexible y renovadora puede estar la clave de los resultados que obtenga Ciudadanos en unos próximos comicios, sean estos cuando sean.

La situación vivida por el PSOE no se puede explicar sin simultanear el análisis de la otra fuerza política de izquierdas, Podemos.

Si la fuerza hegemónica de la derecha está claro que sigue siendo el PP, no ocurre lo mismo con la hegemonía de la izquierda. En lo que respecta a ésta, el mapa político español se divide una vez más en dos Españas.

La primera sería, salvo Madrid, el centro y sur de la geografía española: Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía. En esta España, el PSOE sigue siendo la fuerza de izquierda preponderante con el 30% de los votos, prácticamente el doble que Podemos y 28 diputados más. Por el contrario, en el resto de España Podemos y sus asociados han obtenido cuatro puntos de ventaja sobre el PSOE, al que han superado en siete diputados.

A los socialistas, la estrategia de forzar la lucha política hacia el eje izquierda-derecha en detrimento del eje nuevo-antiguo le ha dado buenos resultados frente a Ciudadanos, flanco importante, pero no ha sido tan eficaz con la opción de Podemos, que le ha ganado la partida en el eje centralismo-nacionalismo. Por tanto, el PSOE debe ser capaz de ser tan atractivo en el resto del país como lo es en su zona de apoyo duro si quiere mantener la hegemonía de la izquierda y volver a disputar el gobierno al PP.

Por su parte Podemos tiene la semilla de su debilidad en los mismo apoyos que le otorgan su fuerza. Los grupos nacionalistas de izquierdas tienen una doble alma y, habitualmente, el alma nacionalista suele sacrificar en caso de necesidad a su alter ego. El caso más fehaciente es el de ERC asociándose con Convergencia en pos de su anhelo independentista a costa de soslayar sus fuertes diferencias en la gestión social y económica en Cataluña. Si, forzado por sus socios, Podemos hace lo mismo, podría sufrir las consecuencias de posicionar el conflicto nacionalista por encima de la situación socioeconómica.

En definitiva, estas elecciones han traído, como los reyes, mensajes para todos; los aquí expuestos u otros. De la correcta interpretación que los partidos hagan de ellos dependerá en gran parte su resultado en unos posibles próximos comicios. Como ha ocurrido en las últimas elecciones, los votos no estarán ni mucho menos adjudicados y se irán moviendo en un sentido u otro según se vayan definiendo las fuerzas políticas ante los retos y prejuicios que tenemos los españoles.

 EL MUNDO – 02/01/16 – JOSÉ MIGUEL DE ELÍAS, DIRECTOR DE INVESTIGACIÓN Y ANÁLISIS DE SIGMA DOS