Maestre tacha el acto de «pacífico», pero los testigos hunden su versión

ABC 19/02/16

· La edil argumentó que participó de forma «espontánea» y el capellán dijo que lideraba la protesta
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La Fiscalía mantiene la petición de un año de prisión tras quedar «los hechos demostrados»

Siete horas contra las cuerdas. Rita Maestre intentó mantener el tipo y su versión de los hechos ayer desde el banquillo de los acusados, pero su narración fue vapuleada por el Ministerio Fiscal, las dos acusaciones populares y los seis testigos que estaban en el interior de la capilla de la Universidad Complutense cuando la asaltó, junto a un numeroso grupo de personas, el 10 de marzo de 2011. Uno de los testimonios clave fue el del capellán del oratorio, compañero de clase de Maestre, quien aseguró que la concejal parecía que llevaba la batuta en la protesta y que entró en el templo pese a que el sacerdote trató de impedirlo. Los fieles que estaban rezando aseguraron que se sintieron ofendidos, algunos recordaron que lloraron y otro que vivió el episodio con ansiedad. Por si no fue suficiente, los querellantes, Alternativa Española (AES) y el Centro Jurídico Tomás Moro proyectaron un vídeo y fotos donde se veía a la imputada participando en la protesta en ropa interior.

RAFAEL HERNANDO, CAPELLÁN
«Ante el empuje me tuve que retirar porque no había forma de diálogo. El objetivo era pasar dentro de la capilla, aunque me agredieron»

JAVIER D., ALUMNO EN LA CAPILLA
«Desde fuera de la fe no se entiende, pero para los que creemos este es el mayor dolor»

FRANCISCO JAVIER C., TESTIGO
«Cuando llegué a la capilla había varias personas llorando»

GEMA S., ALUMNA EN LA CAPILLA
«Me sentí agredida moralmente como creyente. Hostilidad en el acto había»

VICTORIA E., ALUMNA EN LA CAPILLA
«Se quitaron las camisetas y los sujetadores y dos de ellas se besaron»

La portavoz del gobierno de Manuela Carmena –que pidió disculpas a quien hubiese podido ofender– se mostró tensa e inquieta desde su llegada a los Juzgados de lo Penal de Madrid a las 9.16 horas. Ante la ingente expectación mediática, la edil de Ahora Madrid, arropada por amigos, su madre y varios componentes del departamento de prensa del Ayuntamiento, se adentró en la gran sala del tribunal, que dirigió la juez penalista Esther Arranz, sin hacer declaraciones.

Maestre tomó asiento junto a Héctor Meleiro, el otro imputado, con el yugo de tres acusaciones que la quieren condenar al máximo establecido en el artículo 524 del Código Penal: un año de cárcel por haber incurrido, presuntamente, en un delito contra los sentimientos religiosos. El Ministerio Público mantuvo esta petición «tras quedar los hechos demostrados», pero rebajó la calificación a Meleiro, para quien solicitó ser juzgado por el 525, que le exime de prisión y le condenaría como mucho a 12 meses de multa.

El letrado de Baltasar Garzón
A las 10.05 horas, con 30 minutos de retraso, comenzó la vista oral. La fiscal Marisa Morando arrancó el interrogatorio. Durante una intervención de 34 minutos hizo titubear a Maestre con su particular tono cándido. La integrante de Podemos solo respondió a las cuestiones de la Fiscalía por expresa orden de uno de sus abogados, Gonzalo Martínez-Fresneda, el letrado que defendió ante el Tribunal Supremo al juez Baltasar Garzón tras ser acusado de un delito de prevaricación por declararse competente para investigar los crímenes del franquismo, caso del que fue absuelto.

Morando, incisiva, la llevó a su terreno. «Un estudiante de 3º de Ciencias Políticas –curso de Maestre en 2011– sabe lo que es la Constitución y los Derechos Fundamentales, verdad?», interpeló a la procesada. «Sí», respondió Maestre temerosa. Insistió la representante del Ministerio Público en esta cuestión. «Pero no estábamos hablando sobre la libertad religiosa, sino sobre que en un Estado aconfesional, en una universidad pública, que además tiene una carencia histórica de espacios, haya espacio para una capilla», contestó. Maestre reconoció que participó en los hechos de forma «espontánea». Señaló que el acto no estaba programado y que según se incorporó a la marcha le entregaron un velo morado y se lo colocó. No recordó que el capellán impidiera el paso y mucho menos que se le empujara. «Era un acto pacífico», recalcó. El Ministerio Público le leyó el contenido de las consignas coreadas en el interior de la capilla: «Vamos a quemar la Conferencia Episcopal», «el Papa no nos deja comernos las almejas»,… Maestre frunció el ceño y dijo: «No recuerdo la literalidad de lo que se dijo».

Protestas «legítimas»
Confirmó que entró en el oratorio y que se ubicó junto al altar. Indicó que solo había dos personas dentro, una de ellas el cura. Allí se quitó la camiseta. Enfatizó en aclarar, también su abogado, que no se desnudó: «Yo no me desnudé, me quité la camiseta». «¿No le parece ofensivo en un templo católico donde había

personas que estaban orando?», le exhortó la fiscal. «Me parece que, en general, un torso desnudo no tiene por qué ser una cosa ofensiva», consideró.

«¿A día de hoy le parece legítima esa protesta en un Estado de Derecho?», inquirió la acusación pública. «Vistas las consecuencias, digo yo que nadie haría algo así teniendo en cuenta que nos estamos enfrentando a un proceso penal», pronunció Maestre. No obstante defendió lo que hizo: «Creo que las protestas pacíficas son legítimas». En la sala declararon seis personas que vivieron el episodio desde el prisma de la «burla» y la «ofensa», como lo definieron. Rafael Hernando, el capellán, contradijo la versión de Maestre. «Yo vi que actuaba como líder porque iba la primera y las demás la seguían», reiteró. Hernando manifestó que trató de impedir el acceso: «Me empujaban y ante el empuje me tuve que retirar porque no había forma de diálogo». Ante la pregunta de la defensa de Maestre de si el objetivo era agredirle, contestó que «era pasar dentro de la capilla, aunque me agredieron».

«Desde fuera de la fe no se entiende, pero para los que creemos este es el mayor dolor», aseveró Javier D., uno de los alumnos que se encontraba orando en la capilla. «Se quitaron las camisetas y los sujetadores y dos de ellas se besaron», reveló Victoria E., testigo de lo que ocurrió en el templo. Gema S., también presente aquel día, se sintió «agredida moralmente como creyente». «Hostilidad en el acto había», opinó. Otro de los alumnos que se dirigió al oratorio para comprobar lo que sucedía dijo ante la juez que cuando llegó «había varias personas llorando».

Se espera que el tribunal dicte sentencia a partir de diez días. Al término de la sesión, la protagonista de la jornada, ante la pregunta de si dimitirá si es condenada, volvió a repetir su frase evasiva: «Lo evaluaremos».