ABC 26/09/13
EDITORIAL
Se mire por donde se mire, Artur Mas, Oriol Junqueras y su frente separatista no hacen otra cosa que alejar a Cataluña del punto de retorno a la estabilidad política e institucional
EL presidente de la Generalitat repitió ayer en el Parlamento catalán que convocará elecciones anticipadas si no puede celebrar la consulta separatista prevista para septiembre de 2014. Artur Mas vuelve a sembrar confusión sobre su agenda, si es que se puede llamar así a su sucesión de improvisaciones, después de confirmar ante Oriol Junqueras, líder de ERC, que habrá consulta «sí o sí». Entre tanto, Duran i Lleida, su socio en CiU, marca distancias con el objetivo separatista, aunque defendiendo un modelo confederal que, en la práctica, supone una declaración de independencia seguida de un régimen de cosoberanía.
La enésima solución –si no hay consulta ilegal (porque legal no puede haberla)– serán, pues, otros comicios. Mas saldría entonces a elección por año, lo que prueba su absoluta incapacidad para gobernar, de la que tienen sobrada muestra los catalanes, pues no es capaz ni de sacar adelante unos presupuestos. Lo extraño es que el líder de CiU insista en la estrategia de las urnas cuando cada vez sale peor parado de ellas. Desde que le entró el virus independentista va perdiendo escaños, que recoge encantada ERC. Su táctica es tan ridícula que produce asombro.
Se mire por donde se mire, Mas, Junqueras y su frente separatista no hacen otra cosa que alejar a Cataluña del punto de retorno a la estabilidad política e institucional. Ahora bien, el discurso secesionista debe encontrar su contrapunto en los sectores de la sociedad catalana que en público callan o contemporizan con el separatismo oficial y en privado lanzan denuestos contra la política de Mas. O hablan claro o aceptan la mordaza nacionalista. Una de las patronales catalanas, Fomento del Trabajo, ejemplificó ayer esa manera de ponerse de perfil. Tras darle un montón de vueltas al asunto, dijo sumarse al «Manifiesto por el Derecho a Decidir» –banderín de enganche urdido para poner a los aún tibios entre la espada y la pared–, pero no al «Pacto Nacional» que prepara la independencia. ¿Para qué se suma entonces al mencionado manifiesto?
Gran parte de lo que ocurre en Cataluña tiene que ver con el desistimiento de las voces referenciales de esa sociedad. De los empresarios, como de otros sectores vertebrales de esa comunidad, se espera más responsabilidad, aunque solo sea porque tienen la mayor parte de su mercado en el resto de España. Europa volvió a subrayar la semana pasada el negro futuro de una Cataluña independiente, pero Mas ha entrado en un bucle y parece decidido a despeñar a los catalanes por el precipicio que ha elegido para su suicidio político.