Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

Vivimos una época de grandes incertidumbres. La guerra de Ucrania, los problemas de la energía, las convulsiones geoestratégicas, el azote de la inflación, la subida de los tipos de interés, las dudas sobre el crecimiento… pero nadie incluía entre ellas la aparición, de nuevo, de problemas en el sistema financiero. Pues de repente, la debacle del SVB, un banco de tamaño reducido y especializado en la financiación de ‘startups’ ha sacudido a los mercados bursátiles, en los que ha perdido en dos días dos tercios de su valor. Además, ha obligado a intervenir a las autoridades regulatorias y ha sembrado con nuevas dudas y amenazas el dudoso y amenazante panorama en el que nos encontramos. El susto, en forma de salida de depósitos a nivel de estampida ha sido tan grave que obligó a garantizar los depósitos menores de 250.000 dólares.

Ayer hablaron Janet Jellen, la secretaria del Tesoro americano, la FED y el propio Joe Biden. Todos trataron de trasmitir seguridad para el presente y tranquilidad para el futuro. Pero, una de las cosas que más intranquilidad y alarma provoca en la gente, es que tres personas tan relevantes se sientan obligadas a pedir calma y tranquilidad en un mismo día.

Los que saben de esto, o mejor, los que dicen que saben de esto pero no vieron lo que se nos venía encima, dicen ahora que el hecho es consecuencia de dos fallos y un error. Un fallo de gestión del propio banco –hay otros bancos implicados en el lío con mayor o menor incidencia–, que no ha sabido calibrar bien los efectos de una subida tan brusca y rápida de los tipos de interés, ni las consecuencias que esto tenía para las empresas a las que financiaba, todas ellas con gran necesidad de fondos. Y otro, de nuevo, de los órganos reguladores que no ha sido capaces de evaluar bien la gestión de esos riesgos. El error es la manera de contabilizar los activos de su balance. También dicen que el fuego no se correrá a las grandes entidades bancarias americanas, ¡qué alivio! pues serán las beneficiarias de los trasvases de fondos que estos problemas inducen, pero puede trasladarse y abrasar a muchos bancos pequeños que sufrirán una crisis severa de confianza. De hecho ayer, y al cierre del comentario, la calma había vuelto a Wall Street.

A donde si llegó el fuego fue a la cotización de los bancos europeos que sufrieron de lo lindo en sus cotizaciones, una demostración de que los grandes fondos de inversión hacen como los pistoleros del Oeste, primero venden y luego analizan si deberían haberlo hecho. Un dato esperanzador es que este lío puede influir en la política de tipos de la FED que será más cautelosa y menos agresiva. El sosiego y la prudencia monetaria volverán a estar de moda.