Más que un puñetazo

LUIS VENTOSO, ABC 30/04/14

· Lo sucedido tras la agresión a Navarro huele a totalitarismo.

EL domingo Pere Navarro, acompañado de su mujer, acudió a la primera comunión de una sobrina en la catedral de Tarrasa, su ciudad natal, de la que fue alcalde. Navarro, de 54 años, es el líder de los socialistas catalanes, cargo que desempeña con alambicados juegos malabares. En teoría, brega por el españolismo. Para Rubalcaba, el buen Pere es el esforzado tapón que evita que el PSC se abone al separatismo, que es lo chic entre la izquierda catalana, subyugada por el bombardeo de una propaganda oficial onerosísima e insomne, de una eficacia de ribetes goebbelsianos. Pero como coincidir en algo con el PP resulta pecado nefando para este socialismoloser, Navarro no puede permitirse defender sin ambages la unidad de España y la Carta Magna.

Así que junto a otros Jefferson revividos, como la pensadora constitucional Susana Díaz, ha buscado un imposible punto de equidistancia entre el PP y los sediciosos, la «tercera vía», potaje que a nadie contenta y que en la práctica abre una perniciosa fisura en la batalla dialéctica para evitar que España deje de existir.

Desde que abrazó la inteligente táctica de hacerse filonacionalista, el PSC ha perdido 600.000 votos y ha caído al tercer puesto en Cataluña. Un descalabro. Pero Navarro ignora los datos y sigue disparándose en el pie con un discurso que se avergüenza de España. El resultado es que regala riadas de votantes a Ciutadans, defensa simplona, pero imprescindible, de una elemental verdad histórica: además de andaluces, gallegos o catalanes, todos somos españoles y aquí no ha existido otro Estado.

Volvamos a Tarrasa. Navarro sale de la catedral con su familia. Una mujer cincuentona de ideas separatistas, bien ataviada, se abalanza sobre él, le arrea un puñetazo en un pómulo y le grita: «Hijo de puta, ¡tú ya sabes de qué va!».

¿Cómo reacciona Navarro, al que le acaban de partir la cara por defender la idea de España, aunque sea con su método bajo en calorías? Pues de una manera digna de un análisis de Freud. Por una parte, presenta denuncia en comisaría. Pero cuando le toca explicar lo sucedido, el miedo, el masticable temor al peso social del nacionalismo, lo lleva a articular una extravagante teoría. La causa de que una energúmena independentista le haya arreado un sopapo se debe al mal clima que ha generado la falta de diálogo entre Mas y Rajoy.

Pasmoso: el presidente de España, que se limita a cumplir con su mandato constitucional, que es lo único que puede hacer si no quiere ser un delincuente y un felón, es culpable de la escalada separatista en Cataluña. Llevemos la Lógica-Navarrista al extremo: como Rajoy se niega a firmar la separación de Cataluña, los independentistas acaban liándose a bofetadas con los españolistas. Corolario: lo que tiene que hacer Rajoy es dialogar. Traducción: darle a Mas lo que pide. ¿Y qué pide? El fin de España, el país que preside Rajoy.

Miedo, sí: Navarro no se ha atrevido todavía a decir abiertamente que la agresora era una radical nacionalista. Se refugia en el eufemismo: «Era una persona que vivía unaopción con cierto fanatismo». Prohibido decir en alto qué opción, no vayamos a molestar al poder omnímodo. El eufemismo, la perversión del lenguaje, es la antesala de todos los totalitarismos. Por su parte, CiU y Esquerra, aquellos que ardían en justa indignación cuando una animal de extrema derecha le propinó un leve empellón a un diputado de Convergencia en Blanquerna, acusan a Navarro de quejica, de piel de melocotón: ¿cómo se puede poner así este hombre porque una independentista le haya dado un puñetazo en la cara?

Se va levantando la tapa y lo que emerge es inquietante. Una sociedad envilecida en sus cúpulas, donde con educadísimas formas mansurronas gobiernan la mentira y la manipulación; de sol a sol, y costeadas con el dinero público aportado –ay– por el mismo Estado opresor que toca abolir.

LUIS VENTOSO, ABC 30/04/14