IGNACIO MARCO-GARDOQUI-El Correo

A estas alturas, le imagino perdido entre la maraña de miles de millonedispuestos a través de múltiples fondos que emplearemos para luchar contra la crisis. Le resumo un poco la situación. Básicamente hay cuatro fondos alimentados por dinero de origen ‘interno’, es decir procedente del presupuesto español, que son: el fondo de reestructuración de los créditos ICO, dotado con 3.000 millones de euros y gestionado por la banca; el fondo de recapitalizaciones de pymes, que cuenta con 1.900 millones; y el fondo de ayudas a las pymes y a los autónomos que hayan sufrido los efectos del Covid, que pondrá en manos de las autonomías 7.000. Además hay un cuarto fondo dedicado a las empresas estratégicas que carecían de problemas antes de la pandemia y que han sido atacadas por ella, que dispone de 10.000 millones. De este último manantial surgieron los famosos 53 millones que le cayeron en gracia a Plus Ultra.

Luego están las ayudas europeas, de las que esperamos recibir 140.000 millones, la mitad en forma de subvenciones no reintegrables y la otra mitad como créditos blandos, aunque eso de llamarles blandos a los créditos no añade ninguna identificación extra, una vez que hoy en día todos los créditos tienen la textura del algodón. Este dinero lo captará la UE del mercado a través de emisiones de deuda, y para ello debe contar con la aprobación unánime de los países miembros. Y aquí hay problemas en Alemania que pueden retrasar, esperemos que no impedir, el plan. También se establecerán nuevos impuestos a escala europea, que se sumarán a las subidas internas que se preparan, esto no lo dude.

Después lo gastarán los estados, las autonomías y los ayuntamientos, una vez cumplan unas serie de condiciones previas, básicamente reformas estructurales, y justifiquen su buen uso. El presidente Sánchez ha retrasado la presentación de las reformas y ayer se limitó a resumir los grandes titulares de los sectores que resultarán agraciados. No hubo ninguna sorpresa y no la habrá hasta que no precise más sus intenciones.

Recordará que hay varios países -los llamados ‘frugales’- que no ven con buenos ojos la idea de poner tanto dinero sobre el tapete y dejarlo en manos de países manirrotos como el nuestro, sin estar seguros de que su utilización va a ser racional y no va dirigida a tapar agujeros, sino a reforzar estructuras que puedan aliviar nuestro futuro. En resumen, y de momento, tenemos muchas ideas en el aire y poco vil metal en el bolsillo. Por eso hay que concretar las ideas, planificar su desarrollo y empezar ya, que la crisis no espera. ¡Ah! Y a poder ser, hacerlo bien…