IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • ¿Cuánto tardarán los presidentes autonómicos en pedir la generalización del sistema de Concierto Económico?

La semana se alborotó -más de lo habitual- con las declaraciones del presidente de la CEOE sobre los indultos, realizadas en una cumbre empresarial celebrada en Barcelona. Con escasos matices, que luego aportó, se mostró partidario de los indultos «si servían para normalizar la situación». Para qué quieres más. Los voceros del Gobierno interpretaron que eso suponía un apoyo cerrado de los empresarios a sumar al expresado por la jerarquía eclesial catalana. De los matices, claro, no dijeron nada. Se les olvidó. En cualquier caso, no se puede desconocer que el empresariado catalán los apoya en su gran mayoría. Las declaraciones del Cercle d’Economia que los agrupa han sido siempre respetuosas y educadas en las formas, pero su contenido es similar al mensaje oficial de los partidarios del procés. Los primeros dicen: ‘Dámelo todo y estarás tranquilo porque seremos buenos’. Mientras que los segundos dicen: ‘Dámelo todo y estarás tranquilo porque me iré lejos’. Ese es el matiz…

El problema de los indultos no es su mayor o menor adecuación a la legalidad, ni su mejor o peor oportunidad política, sino su absoluta inutilidad para avanzar un solo milímetro hacia la solución definitiva del problema. En cuanto se concedan pasaremos a la famosa cumbre bilateral entre el Govern catalán y el Gobierno central. Será poco más que un entretenimiento, como mucho un mero posponerlo todo durante un rato. Trato de justificarle una opinión tan negativa. Primero, los partícipes. Los partidos independentistas obtuvieron el 52% votos en las últimas elecciones, lo que les permitió alcanzar el 54% de los escaños y el pleno derecho a gobernar su comunidad autónoma. Pero esos votos, dada la enorme abstención registrada, suponen solo el 25,8% del censo, el 18% de la población total. ¿Se puede iniciar una negociación, supuestamente para decidir el destino de todos los catalanes con esas cifras, cuando además han sido menores en todas las elecciones anteriores? ¿Se puede trocear, en ese reducido ámbito, la soberanía unificada que nos atañe a todos y que consagra el artículo 2 de la Constitución?

Si se concede un sistema de Concierto a Cataluña, ¿cuánto tardará en pedirlo Madrid?

Segundo, el orden del día. Como le digo, los independentistas llevan un programa imposible de cumplir puesto que tanto la amnistía general como la autodeterminación no tienen cabida en nuestro ordenamiento legal. Así que, o hacen lo que siempre negaron que harían -sucumbir a los encantos de un sano nacionalismo integrador-, o el Gobierno se salta a la torera la Constitución. Ninguno de los dos supuestos son probables, porque no son posibles.

Tercero, la trampa. No son posibles por la sempiterna posición del independentismo, tanto del catalán como del vasco. En cualquier lugar, en cualquier asunto, cuando existe una discrepancia, el punto de acuerdo se encuentra siempre en el intermedio de las dos posturas alejadas entre sí. Pero los independentistas ni quieren, ni pueden moverse un solo milímetro de la suya pues perderían su esencia. ¿Que serían unos independentistas que no aspiraran a la independencia? Unos meros ‘botiflers’, lo peor de lo peor. Así que ni siquiera alguien tan lleno de bondad como nuestro presidente puede esperar que en esta negociación se vayan a intercambiar concesiones contra concesiones. Todo lo más, y como ha sucedido siempre desde que comenzó la descentralización del Estado, se podrán intercambiar cesiones por tiempo. Un tiempo durante el cual una parte se prepara para el próximo ataque, sin renunciar a nada. Si lee la carta de Oriol Junqueras comprobará que es exactamente eso lo que propone.

Lo malo, lo reconozco, es que es muy posible que a Pedro el Magnánimo le baste con eso, con ganar tiempo de estancia de la Moncloa. Pero tiene asegurada la apertura de un melón de consecuencias imprevisibles. ¿Que puede ceder a cambio de tiempo? Pues de entidad, tan solo quedaría un sistema de Concierto Económico similar al vasco. Vale, pero, ¿a quién más se lo dará? Ximo Puig ya lo ha pedido en Valencia. ¿Y cuánto calcula usted que tardará en pedirlo Isabel Díaz Ayuso para Madrid? La cuestión es grave para todos porque no cuadran los números y es peligrosa para nosotros los vascos porque es más que probable que la generalización del sistema de Concierto -que puede ser una gran idea-, obligue a revisar el cálculo del Cupo. La Caja de Pandora contenía menos explosivos…