«No corrais, que es peor»

ABC 09/11/15
ISABEL SAN SEBASTIÁN

· ¡Basta ya! Es hora de activar el artículo 155 de la Constitución. De impedir de una vez por todas que el león siga corriendo

HAY que reconocer al separatismo catalán su victoria arrolladora en la batalla de la propaganda contra el sentido común. Su manejo de la mentira, la falacia, la insidia y la tergiversación, hábilmente aderezadas con un buen chorro de amenaza y altas dosis de victimismo, se ha revelado tan eficaz como para convencer a una parte de los españoles, abrumadora si hablamos de dirigentes políticos, de aquello que decía el cojo en el chiste de los amigos perseguidos por un león: «No corráis, no corráis, que es peor».

Durante lustros han asaltado al contribuyente esos gobernantes corruptos, cargando a cada obra y contrato público una comisión ilegal destinada a sus cuentas en paraísos fiscales, pese a lo cual han logrado hacer creer a millones de ciudadanos que la ladrona era España. Desde el escándalo de Banca Catalana hasta nuestros días no han dejado de engordar esos gurús del nacionalismo, encabezados por el clan Pujol, a base de extorsionar a empresarios o directamente al Gobierno español, sin coste alguno para ellos ni para su partido. Les bastaba con envolverse en la senyera y gritar «¡vienen a por Cataluña!» para que toda la ira popular levantada por la corrupción se volcara contra la Nación, en un acto de prestidigitación política ejecutado con maestría durante más de tres décadas. Y ahora que esa gestión desastrosa ha llevado a la comunidad a tener que pedir un rescate de 49.000 millones de euros procedentes de nuestros bolsillos solidarios, lejos de agradecer la ayuda, siguen gritando «¡al ladrón!» y utilizando el dinero para financiar un proceso sedicioso basado en la injuria y el embuste histórico. Una ofensa a la verdad, la legislación y la soberanía que hoy escribe un nuevo capítulo con la proclama rebelde lanzada en el Parlamento autonómico. ¡Basta ya! Ayer publicaba este periódico un relato pormenorizado, extraordinariamente esclarecedor, de la deriva seguida por estos apóstoles de la ruptura en los últimos años: cada conversación, una nueva exigencia; cada concesión, un motivo de agravio; cada petición, un chantaje. Han pagado comprensión con deslealtad. Han confundido diálogo con dictado. Han pervertido el concepto «democracia» divorciándolo del respeto debido a las reglas de juego que la rigen. Han manipulado sin recato a la opinión pública a través de los medios de comunicación que controlan y utilizado la enseñanza pública para adoctrinar en sus postulados en lugar de educar. Ahora rompen la baraja en una huida hacia adelante cuya meta es el precipicio, seguros de que tampoco esta vez tendrá nadie los redaños suficientes para pararles los pies. ¡Basta ya! Es tiempo de actuar con decisión. De responder a la intimidación con toda la fuerza de la Ley y todo el impulso político que requiere el desafío. Si el consenso es conveniente, la firmeza resulta indispensable. Solo o en compañía de quienes quieran defender con él la unidad de España y el Estado de Derecho, el Gobierno debe tomar todas las medidas a su alcance para poner fin hoy mismo, no mañana ni pasado, a una provocación golpista que no puede quedar impune. Eso supone impugnar la proclama ante el Constitucional, desde luego, pero también implicar a la Fiscalía General del Estado por la vía penal y cerrar el grifo de la financiación a una Administración lanzada al abismo de la desobediencia. Esto es, activar el artículo 155 de la Constitución, que existe precisamente para eso.

Es hora de correr ante el león. O mejor dicho; de impedir de una vez por todas que el león siga corriendo.