Hoy puede ser un mal día

ABC 09/11/15
IGNACIO CAMACHO

· «Este conflicto puede acabar muy mal, mal o regular. Ya no hay solución buena porque el autonomismo se ha evaporado»

«ESTO puede acabar de tres maneras: muy mal, mal o regular. Bien, en ningún caso». El interlocutor es un catalán culto, de alto nivel académico y profesional, constitucionalista –«la palabra unionista no me gusta porque asimila este conflicto al de Irlanda del Norte»– y próximo al pensamiento que tiempo atrás representó en Cataluña el PSC. «Ahora no me siento identificado con ningún partido. El 27-S voté a Ciudadanos por pragmatismo, pero no me gusta su énfasis antinacionalista. Yo siempre me he considerado catalanista y esa opción ya no tiene representación política. No iba a votar a Unió…».

«El peor desenlace sería que los secesionistas fuercen medidas de excepción antes de las elecciones. Que se nieguen a acatar la segura anulación por el TC de la moción del lunes. Sí, el artículo 155 o cualquier otra posición de fuerza del Estado. Algún modo de intervención de la autonomía. Es lo que están buscando: un lío gordo que deje heridas imborrables para mucho tiempo y entre mucha gente. Un escándalo internacional. Y lo pueden encontrar; su nivel de delirio victimista ya no tiene límites».

«Esa es la opción muy mala. La mala sería que en la próxima legislatura hubiese una reforma de la Constitución y Cataluña no la aceptase en el referéndum de ratificación. Puede ocurrir si C’s se empeña en sacar adelante un modelo muy antinacionalista; muchos catalanes lo interpretarían como un retroceso. Yo creo que Rivera será sensato; es barcelonés y tiene aquí su gran fuerza. Tendrá que mostrarse sensible al catalanismo, pero eso no es lo que está diciendo en su programa porque quiere crecer en el resto de España. Una Constitución reformada sin apoyo catalán sería una catástrofe».

«¿La regular? Pues un pacto de apariencias transigentes, si es que es posible con un nacionalismo que ya está casi todo en el monte independentista. Meter una singularidad catalana en la reforma constitucional, una nueva financiación y esas cosas. Eso dejaría al nacionalismo más dinero y más tiempo para seguir su labor de zapa educativa y propagandística, y en diez o veinte años tendría masa crítica suficiente para plantear la secesión desde una mayoría incontestable. Pero es la salida en la que están la gran empresa, la burguesía, la prensa influyente, etcétera. Un acuerdo de pacificación para tirar adelante unos años y sacarse de encima el problemón. La tercera vía, sí, que es una vía provisional, un arreglo engañoso».

«Y ya está. No hay solución buena porque el autonomismo ha desaparecido. Aquí incluso los menos soberanistas creen que España nos debe algo. ¿Quién se opondría a la idea de pagar menos impuestos y recibir más servicios? Esa es la batalla que hemos perdido, amigo mío, la de la idea de una España cooperativa y plural. Yo mismo soy sospechoso en Cataluña por no nacionalista y en Madrid tengo que dar explicaciones por ser catalán. Hoy va a ser un mal día…».