LUIS VENTOSO – ABC – 24/01/16
· Lo de siempre: ¿crea la riqueza el Estado o los empresarios?.
Navegando en las rebajas de un inmenso Zara de Londres, escuché en las escaleras mecánicas unas voces con un acentazo coruñés incluso superior al mío. Levanté la cabeza y vi a dos chavales uniformados, con unos buzos en cuya espalda ponía Industrias Caamaño. Se trata de una subcontrata coruñesa de Inditex, que da servicios a sus tiendas por medio mundo. Un ejemplo evidente de cómo la idea de un empresario, Amancio, genera un efecto multiplicador de riqueza y empleo. Pero este concepto, tan sencillo e irrefutable, no entra en la cabeza del nuevo gobierno municipal coruñés de Marea-Podemos, que cuenta incluso con una energúmena que dedica sus energías a poner a parir a la multinacional que insufla vida a su ciudad.
Hollande llegó al poder en Francia en 2012. Se presentaba como el paladín de una línea alternativa a lo que el progresismo llama «el austericidio», impuesto por la kaiser Merkel. Otra política económica era posible. El Estado debía abrir la mano y convertirse en agente activo a favor del empleo, proclamaba Hollande. Lecturas epidérmicas del inteligentísimo Keynes (quien seguramente hoy no sería keynesiano y a quien horrorizaba el laborismo, que definía de un modo que anticipa preclaramente el fenómeno Podemos: «Es un partido que desprecia las instituciones existentes y cree que solo con suprimirlas surgirá el bien»).
En Francia ha ocurrido lo de siempre: las recetas socialistas de Hollande han resultado palos en las ruedas de la economía. Hay 600.000 desempleados más que cuando llegó, con una cuota de paro que ha subido al 10,8 por ciento, mientras que en el Reino Unido, con una política liberal de economía abierta, ha caído al 5,2 por ciento, casi pleno empleo. En Alemania, pionera del «austericidio», el paro es del 4,5. España, también con recetas liberales y de consolidación fiscal, ha comenzado a reducir su alarmante desempleo y ha firmado el mejor 2015 entre sus pares, con un crecimiento del 3,1 (los oasis de la izquierda, Italia y Francia, se quedan en 0,7 y 1,2).
Largar en La Sexta que Rajoy se ha cargado el Estado del bienestar y prometer que habrá subvenciones para «todas y todos» y unos servicios sociales que harán palidecer a Suecia resulta mucho más emocionante que controlar el gasto público y facilitar la labor de los empresarios. Solo hay un problema: no funciona. Una y otra vez, el intervencionismo traba la economía y carga a las espaldas de los países una losa de deuda que acaba comprometiendo hasta los servicios públicos más básicos.
El tándem del PSOE con Podemos plantea varios problemas: riesgos para la unidad de España, alianza con un socio de talante totalitario, ejercicios de ingeniería social interfiriendo en las libertades privadas (véase ya el ejemplo de los toros y los símbolos cristianos). Pero la amenaza más grave, de la que apenas se habla, es su filosofía económica, que no es otra que considerar al empresario un agente sospechoso y al Estado, el redentor que debe fomentar el empleo y la vida buena. Y eso acaba siempre igual: huida de la inversión extranjera, brasa fiscal a las clases medias, quiebra y vuelta al paro galopante. Allá vamos con Pedro & Pablo. Sujétense, que vienen curvas.
LUIS VENTOSO – ABC – 24/01/16