Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

  • ¿Ve la crisis por algún lado? ¿Ve a la gente preocupada y en actitud de ahorro? Ni hablar, yo veo a la gente empujando en la barra para pedir un marianito

En mi comentario publicado el pasado viernes y escrito el día anterior, jueves, le confesé mi despiste ante la situación económica. En mi descargo diré que se acumulaban datos de uno y otro signo tan dispares que complicaban mucho el análisis. Bueno, pues desde entonces, las cosas han empeorado. Quiero decir que el análisis de la situación se ha convertido, como sucede en el circo, en algo ‘más difícil todavía’. Vean: continuó la cascada de datos empresariales favorables, a los que se unieron los aportados por el BBVA -3.878 millones-, favorecido también, como sucede en los casos anteriores del Santander o de Kutxabank por el alza de los tipos de interés, que ensancha sus márgenes operativos, sin que la demanda de crédito se resienta mucho por ello -salvo en el apartado hipotecario-, ni crezca aparatosamente el peligroso capítulo de la mora. La excepción sería Repsol, que redujo su beneficio en un 44%, pero eso no es consecuencia de desajustes en la gestión, que sigue siendo igual de brillante, sino de los reflejos contables de unas valoraciones de los stocks sometidas a los vaivenes enloquecidos de los precios del crudo. Aun así ganó 1.420 millones en la primera mitad del año.

Pero también vimos una subida de la inflación. Tanto en el IPC (2,3%) como en la subyacente (6,2%). Son unas pocas décimas, pero arruinan la tendencia a la baja mostrada en los últimos meses y refuerzan la dura posición del BCE, que no quiere aflojar el puño de hierro que aprieta a los tipos hasta que no consiga embridarlos por debajo del 2%. Unido esto a la decepcionante evolución del índice en el resto de Europa, se aleja la posibilidad de un próximo final de las subidas de tipos.

Un dinero ‘caro’ es una malísima noticia para la actividad. Es más, ése es precisamente el objetivo de la política monetaria actual: Enfriar la economía, para que una demanda alicaída deje de presionar a los precios. Pero claro, ver el mismo día que el crecimiento se ralentiza y que los precios suben es algo que solo puede causar decepción y desánimo. Y es que el viernes también leímos que la economía ralentizó su crecimiento hasta un paupérrimo 0,4% en el segundo trimestre, lo que queda muy desdibujado ante el 4,2% conseguido en el primero y que rebaja el dato de la primera mitad del año hasta un 1,8%. Bueno en términos comparativos, pero modesto en absolutos.

Esto podría indicar que la política del BCE empieza a dar sus frutos, al conseguir parar la economía, pero si está ya de vacaciones y mira a su alrededor verán las playas abarrotadas, los restaurantes atascados -llenos de clientes y de camareros (estamos ya en 21 millones de empleados según la EPA)- y los hoteles al completo. ¿Ve la crisis por algún lado? ¿Ve a la gente preocupada y en actitud de ahorro? Ni hablar, yo veo a la gente empujando en la barra para pedir un marianito.

Aquí se nos escapa algo, o vivimos una ficción de la que algún día despertaremos con brusquedad y resaca, o somos unos zapatos con remiendos y sin remedio, incapaces de analizar la coyuntura con un mínimo de inteligencia. Yo votaría por lo primero pero, como mañana es el día del Patrón y mi santo, (muchas gracias, me doy por felicitado), me quedo con lo segundo. Por favor, no se lo cuente a nadie…