REBECA ARGUDO-ABC

  • Qué esperar de un gobierno que tiene a ese ministro ahí, no pese a ser como es sino, precisamente, por ser así: un individuo carente de modales

Ami hermana se le quedó cara de seta el día que otra madre le dijo, en la puerta del cole, que mi sobrino (6 años) le había dicho a su hijo que no sabía si podía ir a su casa a jugar porque «a mi madre le parece que tus padres son muy raros». Mi sobrino tiene la excusa de sus 6 años para justificar la imprudencia, ese poner a su madre en el brete de tener que explicar a una señora, a la que apenas conoce y de la que había emitido un juicio apresurado (y bastante ajustado, por cierto), que ella no había dicho eso (sí lo había dicho), que ya sabes cómo son los críos, que escuchan una cosa y a saber en sus cabecitas lo que se montan (no se había montado nada: lo había dicho), y ya ves tú, cómo va a decir ella algo así (que sí, que lo había dicho). Mi sobrino, digo, tiene la excusa de los 6 añitos, pero ya me dirán cuál es la de Óscar Puente para montar un cirio tan gratuito con Argentina al deslizar que su presidente «ingiere sustancias» y afirmar que es «mala gente». ¿Había necesidad? ¿Nos reporta como país algún beneficio irrenunciable faltar a quien está al mando de aquella nación, elegido democráticamente? ¿O es que solo es respetable el mandato de las urnas cuando los resultados coinciden con su particular sentir? ¿Se le habría olvidado al ministro el cargo que ostenta y que esa representación pública le exige ciertas responsabilidades?

Las declaraciones, ahora viene lo folclórico del caso, las hizo durante un coloquio sobre Comunicación y Redes Sociales de la Escuela de Gobierno del PSOE. Y, para luchar contra el fango y el embarre, para acabar con la ponzoña, los bulos, el mal ambiente, la polarización y la mala leche, no se les ocurrió nada mejor que invitar a Óscar Puente a dar consejos de cómo comportarse. Puente hablando de Comunicación y Redes Sociales es un poco, para que se hagan una idea, como un miembro de la ‘kale borroka’ impartiendo una ponencia sobre comportamiento cívico y pluralidad política. O Jeffrey Dahmer dando un taller sobre gestión de las emociones. Por supuesto, la oficina del presidente Milei no tardaba en publicar un comunicado. Uno que, a cualquier otro gobierno, le sacaría los colores porque, en apenas cuatro párrafos, lo retrata. Y no es bonito.

Lo de mi hermana se arregló con un café, buena voluntad y una charla a mi sobrino explicándole que no hace falta contar por ahí con detalle todo lo que se habla en casa. Lo de Argentina intentan arreglarlo, qué mano izquierda, rechazando «rotundamente los término infundados». No sé yo si es la mejor manera de pedir disculpas. Pero claro, qué esperar de un gobierno que tiene a ese ministro ahí, no pese a ser como es sino, precisamente, por ser así: un individuo carente de modales dispuesto a ofrendar su crédito y su reputación (de tenerlos) al volcán insaciable del ego de Sánchez.

¿Quieren un consejo sobre comunicación y Redes Sociales? No sean Óscar Puente.