EL MUNDO – 08/03/16 – VICTORIA PREGO
· No hay nada que hacer. Esto llevamos viéndolo desde hace semanas y lo hemos vuelto a constatar. Ayer se reprodujeron las escenas que acreditan la imposibilidad real, pétrea e inmodificable, de que los líderes de los partidos con posibilidad teórica de acercamiento puedan aproximarse ni un centímetro.
Ahora sabemos que, a cuenta del acuerdo firmado entre los dos partidos, Pedro Sánchez ha decidido adueñarse de los 40 escaños de Albert Rivera y dice que él tiene más escaños que el PP y que es a él a quien le corresponde por tanto liderar las conversaciones. Pero añade, además, que cuando vayan los dos –Sánchez y Rivera– a hablar con Rajoy, él solo quiere abordar asuntos relativos al Gobierno en funciones y a la implementación del acuerdo que lleva bajo el brazo.
No sabemos cómo se va a tomar el líder de Ciudadanos el que sus escaños hayan sido engullidos limpiamente por el PSOE y hayan pasado a engordar su patrimonio electoral, pero esa actitud de Sánchez hace imposible cualquier inicio de acercamiento. Y, dado que Mariano Rajoy insiste en que no va a respaldar un acuerdo que supone el derribo de toda su gestión, ni tampoco va a renunciar a ejercer la primogenitura que le da el haber sacado más de 30 escaños sobre el PSOE, la idea de un acuerdo es a estas alturas una auténtica quimera.
Añadamos a esto un dato de enorme relevancia cuando se trata de salvar obstáculos en una negociación: los interlocutores se detestan. Esto es relativamente reciente pero Sánchez se ha ganado a pulso la enemistad de un Rajoy al que llamó indecente en el debate preelectoral y al que no dejó ni que le ofreciera un café cuando le recibió en La Moncloa días después de las elecciones. El caso es que Sánchez no aguanta a Rajoy y Rajoy no soporta a Sánchez.
Tampoco las cosas con Rivera están mejor. El de C’s había comprometido inicialmente su voto para la investidura del candidato más votado pero luego viró y optó por irse con el líder del PSOE para, acto seguido, empezar a atizar con saña y contumacia al presidente en funciones. Resultado: a Rajoy se le ha atragantado Rivera y a Rivera le sobra Rajoy como un trasto viejo al que hay que arrumbar. Por ahí tampoco hay mucho que esperar.
Por lo que se refiere a Iglesias, el escenario está diáfano: el de Podemos dice que habla con Sánchez pero que no recibe a Rivera. No sin mi socio, clama el socialista. A tu socio, ni agua, contesta el podemita. Y como el dúo se ha convertido en indivisible –porque para eso sirven los 40 escaños de Ciudadanos, para que Sánchez sienta que tiene 130– tampoco hay acuerdo ni posibilidad de esperarlo.
Así las cosas, deberíamos empezar a mirar la repetición de elecciones con ojos más benévolos: al fin y al cabo, ahora sabemos mucho más de nuestros candidatos de lo que sabíamos cuando acudimos a votar. Sería el voto más informado de nuestra historia democrática. Y eso sería buenísimo. Piénsenlo.
EL MUNDO – 08/03/16 – VICTORIA PREGO