- «Siento que haya miembros de la Carrera Diplomática que se presten a esta infamia y actúen como comisarios políticos, a costa de arruinar el futuro de uno de los Cuerpos de mayor prestigio del Estado»
La deriva de la ocupación de todas las instituciones y cuerpos de la Administración del Estado se está acentuando en el caso del Ministerio de Asuntos Exteriores donde está visto que cuando el PSOE preside el Gobierno y nombra a un diplomático como ministro, éste da la mayoría de las secretarías de Estado a políticos en lugar de a diplomáticos. Ya lo hizo Miguel Ángel Moratinos en su día. Tres de sus cuatro secretarios de Estado eran políticos ajenos a la carrera. Y lo repite ahora José Manuel Albares. Lo que sigue es una transcripción literal del mensaje que me envió ayer por la mañana un diplomático español que está destinado en este momento en un puesto de la Carrera fuera de España:
«Napoleonchu ha removido las tripas de la carrera: nombramientos de incapaces en puestos muy difíciles y cruciales, como ONU; la payasada de Iceta en Unesco; las dos mujeres incompetentes de la carrera a embajadas clave como Washington y Pekín; políticos de segunda sin experiencia exterior a secretarías de Estado; su cancerbero en el gabinete a otra secretaría de Estado; un chico de Palencia a la de Europa. En fin, el apocalipsis zombi en el antiguo Ministerio de Estado. Así todo se concentra en el megalómano Napoleonchu, el rey sol sin talla de nuestra diplomacia.»
Tan sucinto resumen es un perfecto reflejo del sentir de los miembros de la Carrera que no dan crédito al uso que se está haciendo de la misma. Como comentaba ayer Paco Vázquez, exembajador de España político, no diplomático -lo que le da doble autoridad moral para juzgar lo que está sucediendo- «con profunda tristeza leo las informaciones sobre los nombramientos de nuevos Embajadores, que responden a un criterio exclusivamente clientelar de carácter partidista. Una fase más en el proceso totalitario de «okupacion» de los Órganos Constitucionales de Control y Garantía del Estado, incluidos los vinculados al Poder Judicial, así como de los Cuerpos Superiores de la Administración del Estado, como es el caso que nos ocupa del Cuerpo Diplomático. Asistimos a un proceso a la venezolana, propio de las ideologías comunistas, hoy enmascaradas en el difuso término de «populismo». Los intereses superiores de España quedan absorbidos y supeditados en su servicio exterior a las coyunturales necesidades del gobierno actual para garantizarse su continuidad en el poder e imponer su ideológico proceso de desconstitucionalización del Estado. Siento que haya miembros de la Carrera Diplomática que se presten a esta infamia y actúen como comisarios políticos, a costa de arruinar el futuro de uno de los Cuerpos de mayor prestigio del Estado.»
Aquí lo único que importa es que no se puede tener puestos relevantes si no se es de una fidelidad perruna. Eso se ha visto con todos los nombramientos que ha hecho Napoleonchu en la nueva legislatura en la que una de sus mayores preocupaciones es asegurar que no haya ni un diplomático que muestre la más mínima discrepancia con el Gobierno. Así que quienes se han ganado un puesto en la carrera en una dura oposición se ven relegados por militantes socialistas de adhesión inquebrantable al sanchismo. Sólo ha habido una voz que se ha manifestado públicamente, el diplomático Javier Benosa, que lo hizo en un artículo en El Mundo y le costó el puesto. El resto de la carrera guarda silencio porque saben que perderán sus puestos. De hecho, una gran diplomática que ha sido embajadora varias veces intentó hace algo más de un mes recoger firmas de diplomáticos en activo sobre esta cuestión. El manifiesto de diplomáticos que conocemos ya era en realidad de jubilados. Fue imposible hacer uno de profesionales en activo porque todos sabían que les costaría su puesto.
Éste es el sanchismo: quien no está conmigo está contra mí.