ABC-LUIS VENTOSO

Hace solo tres años nadie se creería lo que está pasando en España

CHARLANDO ayer con una aguda periodista, ahora novelista de éxito por su osada recreación de ciertas tinieblas mediáticas, comentaba ella que si hace tres años hubiese escrito una fábula con lo que hoy sucede en España «nadie se lo creería, me llamarían chalada».

Es cierto. ¿Nos habríamos creído hace tres años que nos iba a gobernar un candidato doblemente vapuleado en las urnas, hundido a 52 escaños del ganador de los últimos comicios? Por supuesto que no. Lo veríamos como una perversión de los hábitos democráticos instaurados en nuestro país. ¿Nos habríamos imaginado hace tres años que el PSOE, el partido que más tiempo ha mandado en España, gobernaría con el sostén de los proetarras y de los separatistas que han intentado un golpe de Estado? Claro que no. Aunque con el zapaterismo el PSOE perdió la brújula, era impensable que un partido que lleva la E de español en su apellido se coaligase con los peores enemigos de España. ¿Nos habríamos imaginado hace tres años que tendríamos una ministra de Justicia que cuando era fiscal le reía las gracias a un policía corrupto cuando alardeaba de sus redes de chantaje con prostitutas; una ministra de Justicia que llamaba «maricón» a quien hoy es su compañero de gabinete como ministro de Interior; una ministra que siendo fiscal comentaba en jocosa comilona con Garzón y el policía gansteril que algunos jueces se corrían juergas con menores en las Américas, y sin embargo no actuaba? Sería inaudito. Un disparate tan increíble que no saldría ni en un chiste de «El Jueves». ¿Nos habríamos imaginado hace tres años que un Parlamento regional censuraría al Rey y no pasaría nada? ¿Nos habríamos imaginado hace tres años que un presidente del Gobierno, autor de una tesis doctoral plagada de trampas y corta y pegas, cum laude gracias a un tribunal de amigotes, se negaría a dar explicaciones en el Parlamento? ¿Nos habríamos imaginado hace tres años que un presidente de España se dedicaría a atacar con saña airada a los partidos constitucionalistas mientras adula con servilismo al separatismo catalán que lo sostiene? ¿Nos habríamos imaginado hace tres años que un presidente miente dos veces en sede parlamentaria –promesa de elecciones y la afirmación falsa de que su tesis ya estaba en internet– y que aquí no pasaría nada? ¿Se imaginan a Felipe González, Aznar o Rajoy retocando una ley mano a mano con los comunistas para que haya barra libre para injuriar al Rey?

Estamos sufriendo el mayor deterioro de nuestra vida institucional desde que recuperamos la democracia, es evidente. Pero hay algo que lo desborda todo. Una tropelía que no cabría ni en las más atrevidas y siniestras distopías de Orwell. El jefe del partido comunista, socio principal del Gobierno socialista, acudiendo a un presidio para intentar que un preso golpista, detenido por intentar destruir el país y que probablemente será reo de una sentencia de más de quince años de cárcel, dé luz verde a los Presupuestos Generales del Reino de España.

O hay un despertar de la ciudadanía, o España tiene un lúgubre pronóstico.