Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

  • La economía es una ciencia humilde porque es una ciencia social que no puede repetir experimentos

La economía es una ciencia humilde. La sabiduría popular, que no siempre es sabia, la considera necesaria sin saber bien por qué, pero se queja de la excesiva frecuencia con que aparecen errores en sus previsiones. Si los matemáticos hacen una conjetura es casi seguro que será cierta. Si la hacen los físicos es más que probable que lo sea, pero si la hace un economista… solo se cumplirá si hay mucha suerte. Pero pocos son conscientes de que el culpable de los fallos en la previsión que cometemos los economistas es usted, ya lo siento.

La economía, a diferencia de la física, no es una ciencia experimental que puede repetir mil veces un experimento en un laboratorio. Es una ciencia social que trata de prever comportamientos futuros frente a situaciones cambiantes que se pueden estimar, pero no asegurar. Si usted -no se sienta mal, en realidad es usted y los millones de personas que se mueven por el mercado libre-, hacen caso omiso y se comportan de manera diferente, la previsión resultará fallida. Y como no es fácil averiguar lo que vamos a hacer cada uno de nosotros a la hora de consumir, invertir, ahorrar, etc., lo que se torna en sencillo y habitual es el error. La economía es una ciencia humilde porque es una ciencia social que no pude repetir experimentos.

En estos últimos tiempos hemos tenido al menos dos ocasiones en las que todos nos hemos equivocado. Bueno, en eso tan amplio de ‘todos’ me incluyo a mí y a los que conozco, escucho y leo. Los demás no lo sé. La primera se refiere a los tipos de interés. Ya sabe que cuando se desató la crisis del Covid y luego la guerra en Ucrania, las autoridades monetarias no quisieron repetir los errores atribuidos a su respuesta anterior en la crisis financiera, y decidieron abaratar los créditos y facilitarlos mediante el siempre eficaz método de inundar el mercado de dinero y suspender la aplicación de todos las exigencias de control de los déficits y de la deuda.

Luego pasaron las urgencias, la enfermedad moderó su gravedad, se limitó su extensión y se tomaron otras medidas para paliar los efectos de la guerra. Así que las mismas autoridades que abrieron las compuertas del dinero anunciaron que se acababa la fiesta monetaria y se recuperaban las exigencias de la ortodoxia. Por eso todos dedujimos que si el BCE subía los tipos de interés y reducía su balance, al no reinvertir los vencimientos, las primas de riesgo se elevarían por encima de lo prudente.

No es fácil averiguar lo que vamos a consumir, invertir o ahorrar, así que lo habitual es el error

Pues nada de eso ha sucedido. ¿Por qué ha fallado la previsión general? Pues por la sencilla razón de que los inversores particulares, quizás usted mismo, y los internacionales se han puesto a comprar deuda como posesos y por primera vez hemos visto colas en las sucursales del Banco de España para suscribir deuda. Sin duda alguna, la decisión de la banca de no remunerar los pasivos en cuenta ha influido decisivamente en ello. Tampoco se olvide de la ingente cantidad de dinero que ha puesto en circulación la UE a través de los Fondos Next Generation. Total que entre los de dentro, haciendo cola en el BdE, y los de fuera, que tienen más dinero que alternativas, hemos conseguido disipar la amenaza y conseguir que las primas de riesgo no se alteren en demasía.

La otra situación se refiere a la guerra en Ucrania, en la que tanto la UE, EE UU y algún otro país decidimos someter al invasor a fuertes sanciones que suponíamos iban a provocar la asfixia económica del agresor. Pues no ha sido así, la previsión ha fallado y el PIB de la sancionada Rusia crece más rápido que el de los sancionadores, al menos de los europeos. ¿Cómo es posible? Pues porque se prepararon con tiempo, porque contaban con inmensas reservas energéticas que hemos comprado sin recato en un alarde de estúpido contrasentido, y porque los rusos han encontrado valedores poderosos para comprar sus recursos como China o India. Por eso, y porque a los dirigentes rusos no les importa que su población pague las facturas en términos de renta, (su PIB crece por el esfuerzo bélico, no por la mejora del nivel de vida), el país aguanta el coste de la guerra en personas y en rublos sin queja ni protesta.

¿Ven? Las cosas nunca son tan sencillas como suponemos y por eso nos equivocamos. Ande, sea bueno y trátenos a los economistas con un poco de comprensión e, incluso, con algo de cariño.