Nos robaron un verbo

ABC 15/07/15
ANTONIO BURGOS

· Podemos nos ha robado el verbo «poder», que ya es innombrable en esa primera persona del plural

QUIZÁ esto que empieza usted a leer no es lo que se entiende por un artículo, género desprestigiado en la literatura de periódicos, al que le tienen puesto de mote lo de «columna». Y para columnas está la cosa, andando como andan las del Partenón de Atenas «con la que está cayendo» en Grecia, que diríamos en perfecto tertulianés, obviamente, poniendo negro sobre blanco hasta donde yo sé, y tararí que te vi, ¡qué arte tenéis, hijos míos omniscientes de las tertulias! No está usted leyendo un artículo, sino una pamplina. Una de las clásicas pamplinas gaditanas. Y ya saben lo que cantaba la comparsa… —¿La del Kichi? No, la del Kichi no, que es la de Jesús Bienvenido. Lo cantaba la primera vez que sacó comparsa mi compadre Antonio Martín, que es siete mil millones de veces mejor; que no le quiere cambiar el nombre al Carranza; y que está encantado con que el buque-escuela de los alemanes venga al muelle para que se rife con el Juan Sebastián Elcano cuál es más hermoso soltando todo el trapo frente a la Alameda. La comparsa de Martín cantaba aquello tan famoso de «la pamplina gaditana se está perdiendo y es una pena». Y por eso servidor, para que no se pierda, se dedica a la conservación de la pamplina en forma de artículo, género de larga y honda tradición literaria en estas tierras de la Baja Andalucía.

La pamplina hodierna es que fui a la sucursal del banco de mi barrio a algo tan habitual como hacer una transferencia a favor de mi comunidad de vecinos para pagar un atraso. Un atraso lo tiene cualquiera, y en el caso de las comunidades de vecinos han de bueno que, si es de una señora, ni debe comprar el predíctor en la botica ni nada. En el banco di los datos del IBAN de la cuenta de la comunidad. Ya saben: el IBAN es ese nombre completamente cani que han puesto a las cuentas bancarias. Que por ahí por la Unión Europea sonará al acrónimo de «International Bank Account Number», pero que aquí es completamente cani. Ese IBAN debe de ser el novio de la Vanesa. O de la Yeni. Y a ninguna de las dos les echan cuenta los bancos, no hay derecho, qué machistas son con las chonis.

Y efectuada la transferencia al IBAN correcto, y firmada por servidor de ustedes la orden de abono como ahora rubrico esta pamplina en forma de artículo, díjele a Eugenia, la muy amable empleada que en el banco me atendía:

—Por favor: para que le conste al administrador que la transferencia está ya hecha, ¿pueden ustedes sacar un escaneado en PDF del documento y se lo mandan al correo electrónico que le voy a indicar?

Y la amable Eugenia va y me dice, muy resuelta y complaciente: —¡Podemos! Y salté como con un resorte: —¡Noooooooo, por favor, «podemos» no! ¿También aquí en el banco voy a encontrarme con lo de «Podemos», si usted no se llama Manuela Carmena ni nada? Diga «sí, puedo», que suena a sacramento del matrimonio, usted que está en edad casadera. Pero, por favor, no conjugue delante de mí el verbo «poder» en primera persona del plural del presente de indicativo. Porque con este verbo nos ha pasado como don Luis Mejía dice a don Juan en el Tenorio de Zorrilla: «Con lo que habéis osado, imposible la has dejado para vos y para mí».

—Tiene usted razón: no nos hemos dado cuenta, pero nos han robado un verbo. Podemos nos ha robado el verbo «poder», que ya es innombrable en esa primera persona del plural.

—Plural mayestático del Papa argentino parece: «Nos, Podemos». O lo contrario de Chiquito de la Calzada: «¡No puedol, no puedol!» Así que me está usted dando hecha la pamplina de mañana, estimada Eugenia. Menos mal que lo que no nos puede robar Podemos, ni lo consentiríamos, es a Quien de verdad todo lo puede: El que está en San Lorenzo. Ese sí que es la Verdad del Podemos: «In manu Eius potestas et imperium».