La revuelta revienta las elecciones con movilizaciones todo el fin de semana

Los indignados volvieron a tomar ayer las plazas de diversas capitales españolas con el objetivo de condicionar el resultado de las elecciones municipales y autonómicas. El Movimiento 15-M desafió las prohibiciones emitidas por varias juntas electorales provinciales e incluso convocó manifestaciones para la jornada de reflexión del próximo sábado.

En Madrid, miles de ciudadanos abarrotaron la Puerta del Sol, espoleados por el hecho de que la concentración no fuera autorizada, así como por la importante presencia policial. Finalmente, las fuerzas de seguridad toleraron la protesta, en la que se volvieron a escuchar consignas contra la clase política, los banca o el sistema electoral.

Los partidos políticos continúan sin saber cómo encajar este fenómeno en sus agendas de campaña, aunque se esfuerzan por mostrar comprensión y respeto por los manifestantes. Todos hacen cálculos sobre las consecuencias electorales de la protesta, aunque es difícil predecir qué sucederá en los próximos días, especialmente si se mantienen las concentraciones sin permiso durante las jornadas de reflexión y votación. Así, Esperanza Aguirre opinó que el movimiento va a ir “in crescendo”, y pidió que abandonaran la Puerta del Sol para dirigirse a Moncloa. “¿Que hay un intento de manipulación por parte de organizaciones de izquierda? Sin duda ninguna, no hay más que mirar los firmantes”, aseguró.

En este sentido, Esteban González Pons tachó de “patético” el intento del PSOE por hacerse con el voto de los indignados, pero reconoció que las protestas “son una luz roja que ningún partido puede dejar de prestar atención”. En efecto, el PP comienza a mirar con desconfianza este movimiento que, no obstante, parece erosionar a PSOE e IU por su izquierda. Desde Ferraz, Elena Valenciano ofreció “diálogo” a los manifestantes, mientras que el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, expresó su “cercanía” con los activistas. La polifonía socialista afectó también al presidente José Luis Rodríguez Zapatero, quien, sin citar a los indignados, insistió en pedir el voto “crítico y exigente” a los desencantados para evitar que la abstención contribuya a una aplastante victoria del PP.

Lo cierto es que este movimiento sin líderes y sin programa, que trata de organizarse de forma asamblearia y se comunica por Twitter y Facebook, ha eclipsado los grandes mítines de PSOE y PP, y amenaza con marcar el 22-M, incluso si la Policía recibe la orden de hacer cumplir la Ley Electoral. De hecho, lo que en internet se denomina Spanish Revolution se avivó primero con el desalojo de los acampados en el centro de Madrid y, ayer, con la prohibición de las concentraciones diarias programadas para las ocho de la tarde. Ante la presencia en la Pueta del Sol de miles de personas, los indignados lanzaron un nuevo órdago convocando una manifestación para el sábado. “No vamos a hacer ningún tipo de reflexión, porque la reflexión la tienen que hacer ellos”, se anunció desde un megáfono.

El movimiento seguía sin consensuar anoche una lista de objetivos o demandas precisas, más allá de los lemas reivindicativos que acompañan las manifestaciones. “Nos piden propuestas los que nunca han tenido propuestas, los que se saltan su programa político de forma sistemática”, exclamó uno de los organizadores para contrarrestar las críticas por la falta de contenido. “Nos piden propuestas los que tienen millones de presupuesto. Lo que queremos decir es que el poder no está allí, sino aquí. No tenemos prisa, paciencia, porque esto tiene que crecer”, prosiguió.

Problemas electorales para PSOE e IU

Los mensajes lanzados por megafonía insistieron en que “en el Parlamento no se decide nada”, sino que se limita a acatar las órdenes de los poderes económicos, por lo que se advirtió que ahora “son los políticos y banqueros los que sienten el miedo”. “Hace cuatro días nos daba vergüenza haber nacido en este país. Hoy tenemos que estar orgullosos”, se celebró. Además, los cánticos de los manifestantes dejaron claro su oposición a los dos grandes partidos (“PSOE, PP, la misma mierda es”, “Zapatero, embustero”), al sistema político (“no nos representan”), a la autoridad electoral (“mañana volveremos otra vez”), así como la idealización del proceso islandés (“esto se cambia como en Islandia”).

En estas circunstancias, resulta difícil que el PSOE, pese a sus guiños constantes, logre el respaldo de los indignados el 22-M. Los socialistas, centrados en campaña en acentuar las diferencias ideológicas con el PP y motivar el voto contra la derecha, se han encontrado con que a su izquierda crecía una protesta que canalizaba y hacía visible el malestar social por la gestión política y económica. Para el sociólogo Narciso Michavila, director de Gabinete de Análisis Demoscópico, PSOE e IU serán probablemente los más perjudicados por el Movimiento 15-M. A su juicio, los potenciales votantes progresistas que el Gobierno de Zapatero ha expulsado de las filas socialistas han encontrado en las manifestaciones el modo de canalizar su frustración.

Además, la débil oposición que IU ha planteado a Zapatero en las últimas dos legislaturas ha privado a la coalición de reunir este voto desencantado. De igual modo, los sindicatos UGT y CCOO han perdido muchos apoyos por no haberse enfrentado a tiempo al Ejecutivo socialista. Y aunque Cayo Lara insiste en identificarse con las protestas, como cuando aseguró ayer que “algo nuevo extraordinario está pasando”, sus esfuerzos pueden haber llegado demasiado tarde.

EL CONFIDENCIAL, 19/5/2011