Tonia Etxarri-El Correo
Si Pedro Sánchez no obtuviera el apoyo que está solicitando a los secesionistas catalanes se tendrían que convocar elecciones para el 14 de enero. Y como de esa circunstancia huyen sus socios potenciales por temor a que, en la próxima ocasión, muchos de sus electores despierten de su letargo y ejerzan su derecho al voto en defensa propia, cabe pensar que estamos en capilla de su investidura. Porque todo es admisible, ahora, en este país. Cualquier vulneración de la legalidad constitucional e injerencia en el Poder Judicial y Legislativo con tal de que no gobierne el centro derecha. De ahí la impaciencia en la Moncloa, las prisas de Otegi y los nervios en Podemos en su lucha intestina contra Sumar.
El ‘sí’ de Bildu, como trofeo del Gobierno en funciones, llega sin sorpresa. Su predisposición a facilitar la gobernabilidad a Sánchez se dio por amortizada desde el primer momento. Ayer Otegi le dio la solemnidad requerida. Aunque persigan otros objetivos, se sienten satisfechos con lo conseguido hasta ahora. Más allá del acercamiento de presos y el siguiente turno de la amnistía (que llegará después de que los secesionistas catalanes empiecen a beneficiarse de la ley de impunidad) está su propio blanqueamiento. El grupo de los 6 en el Congreso ha logrado que el presidente de Gobierno más débil de la historia del socialismo les trate de tú a tú. Sin diferenciar ya su condición de formación legal de la de un grupo democrático como los demás. Sin exigirles suelo ético alguno. Sin reclamarles que condenen la trayectoria del terrorismo. El trato exquisito que le ha dado Sánchez al grupo que heredó la complicidad con la trayectoria de ETA ha situado a Bildu en el pedestal de socio preferente. Por pura necesidad.
A Otegi le dio el salvoconducto el propio Rodríguez Zapatero al concederle el título de «hombre de paz». Lo cierto es que ha permanecido durante décadas como la cabeza visible del entorno político de la banda. Tiene ya sus años pero sigue postulándose como candidato a lehendakari con la persistencia de quien acaba de salir de la cárcel y a quien le quedan muchas cosas por hacer.
Si ahora las dudas, dentro de Bildu, pivotan en torno al nombre del candidato o candidata a lehendakari en las próximas elecciones autonómicas, se debe, además de la necesidad de la renovación, a que las últimas informaciones sobre su historia delictiva, con manual de instrucciones de un secuestro incluido, no le producen beneficio alguno. De todas formas, Otegi, a lo largo de su historia, ha estado sobrevalorado. Primero, porque daba miedo. Después porque hubo quienes creyeron que fue pieza fundamental para hacer desistir a ETA de seguir con su macabro negocio. Ahora, porque las urnas en el País Vasco le van dando una fuerza que le quita el sueño al PNV. De momento, Bildu ha dado su ‘sí’ a Sánchez. Para toda la legislatura. Entregados. Necesitan a un presidente como él para conseguir la independencia del País Vasco. Paso a paso. «Con calma, sin ansiedad», según Otegi. Todo es ponerse.