Con esa duda se despiertan los dirigentes del PP esta semana ante los últimos movimientos registrados en el tablero de la Moncloa. El viraje de Pedro Sánchez, con el apoyo armamentístico a Ucrania y con el anuncio de rebajas de impuestos para final de mes, está tirando de la sisa las costuras de un Gobierno integrado por ministras de Podemos que se oponen a que nuestro país siga la corriente de la OTAN. Que Sánchez haya encontrado más lealtad en la oposición que en sus propios compañeros de Gobierno y aliados como Bildu ha abierto unas expectativas de cambio de alianzas del inquilino de la Moncloa con el PP que no sólo ha puesto en guardia al PNV desde hace una semana, sino que en el partido de Feijóo se apresuran a matizar. Una cosa es el apoyo al Gobierno en el conflicto de Ucrania, en donde está en juego nuestra propia seguridad, y otra muy distinta dejarse seducir por los cantos de sirena de Sánchez en su periplo hacia la Moncloa que sólo conduzca al centro derecha al naufragio electoral. El plan de Feijóo es rebajar el tono del enfrentamiento pero su intención de conciliar alianzas con Sánchez no es incompatible con ejercer la oposición. ¿Dejarse embaucar por Sánchez? «Más difícil que con Casado», aseguran en el PP.
La bajada de impuestos es urgente. No admite dilación hasta el 29 de marzo, que es la fecha que ha decidido Pedro Sánchez, parapetado tras el Consejo Europeo para ganar tiempo mientras se hace fotos con otros mandatarios. El alivio de la presión fiscal es una bandera que enarboló Feijóo hace unos días con una consigna desestabilizadora («se están forrando»). Por eso ayer Cuca Gamarra insistía en que hay medidas, como bajar el IVA del combustible al 4%, que ya se podrían adoptar de forma inmediata. Después de la reunión que mantuvieron ayer con el ministro Bolaños, el PP transmitió su sensación de que el Gobierno no sabe qué dirección va a tomar. Por eso busca apoyos de los grupos. Por si se vuelve el viento menos propenso todavía, para mutualizar la culpa en una economía de guerra.
Se le ve en apuros al presidente del Gobierno. Con una coalición en descomposición de la que ninguno de los dos partidos, ni PSOE ni Podemos-IU, puede prescindir y pendiente del PP por si fuera necesario. Pero después de la sesión parlamentaria, Feijóo declaró que la propuesta del Gobierno «es ninguna». No parece que existan actitudes de aproximación que puedan conducir al PP a dar explicaciones a los suyos. En la sesión parlamentaria de ayer, Sánchez dio una vuelta de tuerca para demonizar a Vox y proscribirlo en un cordón sanitario con la intención de incomodar al PP, que pacta con ellos. Con ese emplazamiento a Santiago Abascal alineándolo con el criminal ruso «usted y Putin no se saldrán con la suya», rozando la incitación al odio, Sánchez ha ido demasiado lejos. Vox, a diferencia de Podemos y de Bildu, le apoyó en el envío de armas de Ucrania. Pero que la realidad no le estropee la estrategia.