JUAN MANUEL DE PRADA – ABC – 14/12/15
· La cruda verdad es que, mientras mantengamos tratos con esos Estados criminales, estaremos financiando el yihadismo.
La rápida convocatoria de la comisión de control del llamado «Pacto Antiyihadista» por parte del ministro del interior, tras el atentado terrorista en Kabul, nos ha recordado las reuniones inútiles que convoca el superintendente de la T.I.A., con Mortadelo y Filemón, cada vez que el profesor Bacterio perpetra una nueva fechoría.
Por mucho «Pacto Antityihadista» y mucho aspaviento retórico que urdan nuestras autoridades, la cruda verdad es que el Estado español colabora con el yihadismo. Pues, para combatir el yihadismo, lo primero que tendría que hacer el Estado español es romper de inmediato sus relaciones diplomáticas y comerciales con los Estados que lo sufragan, así como solicitar todo tipo de sanciones económicas contra ellos y su expulsión de la llamada «comunidad internacional» (pero bien sabemos que llamar «comunidad internacional» a una junta de ladrones que comercia con la sangre de los inocentes es un eufemismo cínico).
Si en verdad desea combatir el terrorismo, nuestro ministro del Interior, en lugar de convocar ese grotesco Pacto Antiyihadista, debería proponer en el Congreso la inmediata ruptura de relaciones con Arabia Saudita, cuyo gobierno corrupto financia en el exterior a las alimañas islamistas y promueve la doctrina aberrante del wahabismo, a la vez que en el interior multiplica las ejecuciones de «infieles» (por supuesto cristianos, pero también musulmanes más refractarios a la barbarie), perpetradas de los modos más truculentos, y somete a castigos y torturas a todo tipo de «disidentes», incluidos mujeres y niños.
Arabia Saudita, además, está llevando a cabo una indecente campaña bélica en Yemen y vendiendo a los yihadistas armas y municiones (de procedencia europea y americana) con las que luego se perpetran atentados como el reciente de Kabul. Este cese de relaciones con Arabia Saudita debería comenzarse, por supuesto, por la inmediata disolución de la oprobiosa amistad institucional con la dinastía Al Saud, que provoca repugnancia en cualquier espíritu mínimamente sensible.
Otra manera eficaz de combatir el terrorismo sería romper relaciones e imponer sanciones a Turquía, principal cómplice del Estado Islámico, y desenmascarar ante el mundo a su gobernante, el pérfido Erdogan. Turquía asegura la financiación de los terroristas mediante la compra del petróleo que se produce en las regiones sirias controladas por el llamado Estado Islámico; y, a la vez, les procura una hospedería segura, a medida que el empuje del ejército sirio los obliga a retirarse. Turquía es también centro de entrenamiento para los yihadistas recolectados en los parajes más diversos del atlas, que luego se introducen tranquilamente en Irak y Siria a través de sus fronteras.
Y la avalancha de «refugiados sirios» que ha sufrido Europa ha sido una operación diseñada taimadamente desde Turquía, cuyos súbditos podrán moverse, por cierto, con entera libertad por todo el territorio europeo a partir del próximo año, por decisión de la chusma traidora que rige las colonias de la Unión Europea.
Romper relaciones con estos dos Estados criminales sería una manera muy eficaz de iniciar el combate contra el terrorismo islamista. Pero Turquía y Arabia Saudita son «socios preferenciales» de Estados Unidos y, por ende, de las colonias democráticas de la Unión Europea, que comercian con la sangre de los inocentes mientras ensayan aspavientos inútiles como este Pacto Antiyihadista, para distraer a las masas cretinizadas de la cruda verdad. Y la cruda verdad es que, mientras mantengamos tratos con esos Estados criminales, estaremos financiando el yihadismo.
JUAN MANUEL DE PRADA – ABC – 14/12/15