‘Haz que pase’, proponía gallardamente el programa del PSOE para las elecciones de abril de 2019. Una empresa de coaching reclamó que esa razón social era desde 2015 el nombre de su empresa. Qué raro, quién iba a pensar que el partido de Sánchez fuese requerido por plagiar algo, como si sus Adrianas Lastras no fuesen capaces de pensamiento original. Para más inri la jornada electoral era el 26 de abril, Día Mundial de la Propiedad Intelectual.
La posición española sobre el Sáhara había venido marcada por la ausencia de malas palabras y de buenas acciones. Después de medio siglo volvemos a aquellos inciertos días de la marcha verde, en la que Hassán II convocó a 300.000 de los suyos a una marcha sobre la antigua provincia española, que arrancó el 6 de noviembre de 1975, dos semanas antes de la muerte del dictador.
Han pasado los años, la diplomacia marroquí ha maniobrado entre las buenas relaciones con Francia y EEUU y sus periódicos envíos de jóvenes a saltar la valla en Ceuta y Melilla, el comendador de los creyentes ha pasado de ser Hassán II a su hijo, Mohamed VI y la posición de España ha estado marcada por la errática deriva del PSOE, que ya con su anterior presidente como jefe de la oposición llevó la contraria a la política exterior de España. Con Sánchez no fue a mejor. Incumplió la tradición de hacer su primer viaje oficial como presidente a Rabat, pero en su declaración de intenciones era un clásico. Lean el programa electoral citado en su capítulo 7.17 bajo el epígrafe ‘Mediterráneo y Oriente Medio’ (pág. 285) escrito por el actual ministro de Exteriores, José Manuel Albares: “Promoveremos la solución del conflicto del Sáhara Occidental a través del cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas, que garantizan el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Para ello, trabajaremos para alcanzar una solución del conflicto que sea justa, definitiva, mutuamente aceptable y respetuosa con el principio de autodeterminación del pueblo saharaui, (…) favoreciendo el diálogo entre Marruecos y el Frente Polisario, con la participación de Mauritania y Argelia…”
Ignoremos piadosamente el hecho de que el asunto del Sáhara Occidental se trate en el apartado de ‘Mediterráneo y Oriente Medio’. El fuerte de nuestro presidente del Gobierno no es la geografía, ya nos lo demostró cuando calificó a Cádiz y Almería de ‘provincias limítrofes’, llamó a Soria ciudad natal de Antonio Machado y confundió Zamora con Palencia, por ejemplo. Albares sí sabe dónde queda el Sáhara. Quizá trataba de señalar el emplazamiento de Marruecos y Argelia, países mediterráneos entre los que pretende mediar. Lástima que los dos hayan retirado a sus embajadoras en Madrid. Marruecos se cabreó con España a cuenta de la acogida ilegal al líder del Polisario, Brahim Ghali, y ha costado el disparate del Sáhara que vuelvan a enviarla. Argelia lo ha llamado a consultas por no ser avisado en tiempo y forma. Era pura coherencia. Tampoco se lo notificó al Congreso, ni a la oposición, ni a sus socios de Gobierno. Así es para Sánchez la política de Estado. Apuesten por los años que le quedan a Marruecos para hacerse con Ceuta y Melilla. Pasará, ¿qué podría salir mal?