EL CONFIDENCIAL 18/01/16
Tras la cortina de la paz aparente que se mantuvo durante unos días hasta la escaramuza del Senado, las maniobras han proseguido mientras que los combatientes se rearmaban para la batalla que puede ser decisiva: la convocatoria del próximo congreso, cuya fecha está previsto que se apruebe el día 30 en una reunión del comité federal, y la designación del candidato si nadie logra formar Gobierno y se repiten las elecciones. El ‘asalto definitivo’ a Ferraz se aplazó, pero los preparativos no han cesado, a la espera del momento más propicio para asestar el golpe de muerte a Sánchez.
La tregua trampa decretada por los barones y notables del partido respondía en parte al fracaso de su ofensiva navideña, que chocó contra el carácter berroqueño del secretario general y el dictamen desfavorable de la opinión publicada, y de la pública, contra su precipitado intento de desbancar al líder elegido por el voto directo de los militantes. Pero también obedece a que en estos días es cuando desde la dirección federal se está negociando con las federaciones el reparto de las portavocías parlamentarias.
Sánchez se ha apuntado en este paréntesis el tanto de arrebatar al PP la Presidencia del Congreso -la tercera autoridad del Estado-, que siempre había correspondido al partido con más diputados, y lo consiguió cumpliendo formalmente con el compromiso de no pactar abiertamente con los populares y sin necesidad de negociar el apoyo de Podemos, que no apuesta por la búsqueda de consensos y el reparto de responsabilidades sino por la toma del poder -“el cielo no se toma por consenso, sino por asalto”-.
· Los críticos con Sánchez esgrimen la ‘teoría del mal menor’ para apostar por la repetición de las elecciones
El líder socialista no solo ha demostrado habilidad para, en este caso, conseguir su propósito sin saltarse las líneas rojas que le ha trazado su partido, sino que también demostró tino en la elección de su candidato, ya que, amén de contar con el respeto unánime de su partido, Patxi López es, por su trayectoria y talante conciliador, una figura difícil de rechazar hasta para el PP, con cuyo apoyo gobernó el País Vasco.
Otro descosido
Hasta aquí han dejado hacer a Sánchez, pero el régimen tutorial a que ha sido sometido el secretario general mantiene su plena vigencia, igual que la alarma que suscita su empeño en configurar un Gobierno a la portuguesa. No es una inquietud sin fundamento. Aunque se trata de una práctica habitual en el Senado, en el objetivo de ir trillando ese camino se enmarcan sus decisiones de facilitar al PNV un puesto en la Mesa de la Cámara Alta y el préstamo de varios senadores para que ERC y la antigua CDC puedan tener grupos propios. En política, quien con una mano da espera recibir con la otra.
Pero esta estrategia de Sánchez ha vuelto a descoser los pespuntes de la tregua, como de inmediato puso de manifiesto el extremeño Guillermo Fernández Vara: “No lo entiendo”. Sí que lo entiende, y le desasosiega, porque lo que la dirección intenta justificar como “un gesto tradicional de cortesía” ya se ha traducido en la imagen de que el PSOE favorece a los separatistas catalanes prestándoles una representación que no les dieron las urnas. A perro flaco, todo son pulgas.
La única mayoría diáfana dentro del PSOE es la de rechazo al PP. Lo sabe bien Patxi López, que tuvo que ver cómo los socialistas vascos se quedaban en el esqueleto después de aceptar el apoyo del PP para desalojar al PNV de Ajuria Enea. Para la militancia socialista, y buena parte de sus votantes, la prioridad de prioridades es sacar al PP de La Moncloa.
· La falsa tregua socialista, que caduca el día 30, se ha mantenido a duras penas para no romper la negociación interna sobre los cargos parlamentarios
El temor al entendimiento con Podemos es notablemente superior entre los dirigentes y cuadros que entre los militantes y votantes. No se trata solo de las advertencias lanzadas desde Andalucía, donde el diálogo con el partido de Pablo Iglesias es inexistente, sino de la experiencia acumulada en Extremadura, donde tumbaron los Presupuestos de Fernández Vara, o en Asturias, donde “hacen la vida imposible” a Javier Fernández. La conclusión es unánime: “No son de fiar”. Y, además, las cuentas parlamentarias siguen sin salir para configurar un Gobierno mínimamente coherente y estable.
Así, los críticos con Sánchez se muestran cada vez más partidarios de ir a nuevas elecciones como “mal menor”. Ya antes de que el domingo publicara ‘El País’ una encuesta poselectoral confirmando el riesgo de que en esa hipótesis se consume el ‘sorpasso’ de Podamos, asumían que al PSOE podría irle peor, perdiendo otro racimo de diputados y cayendo hasta la tercera posición, pero argumentan que esa previsión puede ser reversible si saben rentabilizar la baza de culpar a Podemos de la imposibilidad de llegar a un acuerdo asumible para los socialistas.
Un nuevo ‘pacto del Betis’
Tras el repliegue táctico de los barones y ante la indefinición de Susana Díaz, más interesada en estos momentos en tomar directamente el control del partido como secretaria general que en asumir una candidatura electoral que la despojaría del poder de la Junta de Andalucía a cambio de pájaros volando, no se puede descartar que en ese escenario Sánchez repita como candidato. Quienes le apoyan consideran que tiene derecho a una segunda oportunidad, y una parte de los críticos opina que “sería lo mejor y así que cargue con todo”.
Es en este contexto en el que se ha puesto en circulación como un posible candidato electoral el nombre de Patxi López, al que, con un presidente del Gobierno en funciones, pueden bastar unos pocos meses en la peana de la Carrera de San Jerónimo para recuperar su proyección pública y reforzar su prestigio. Sería el fruto de una suerte de reedición del ‘pacto del Betis’, la alianza entre andaluces y vascos que hizo posible la reconstrucción del PSOE en el ocaso del franquismo, y que tuvo su hito en la renuncia de Nicolás Redondo a disputar el liderazgo a Felipe González; un ‘pacto del Betis’ a la inversa, porque ahora tendría que ser una andaluza la que renunciara a disputar el liderazgo a un vasco.
López, que asumió la dirección de los socialistas vascos tras la dimisión de Nicolás Redondo Terreros -hijo del histórico dirigente de UGT-, ya sabe lo que es tomar las riendas de un partido en declive electoral y roto por dentro. Cuando se produjo la renuncia de Alfredo Pérez Rubalcaba, tanteó la posibilidad de postularse como sucesor, pero desde entonces asegura que para él esta posibilidad es agua pasada, y desde la elección de Sánchez ha sido uno de los pilares que lo han sostenido. Pero si un estado de la materia puede definir la situación que vive el PSOE, no es el sólido ni el líquido, sino el gaseoso.