Peligro a babor

IGNACIO CAMACHO – ABC – 15/09/15

· El futuro de los catalanes moderados puede depender de un pulso entre dos extremismos: el nacionalista y el bolivariano.

La amenaza viene de babor. Inclinados sobre las encuestas como si fueran cartas de navegación, los tripulantes del barco independentista han detectado peligro por la amura izquierda. La marca blanca de Podemos, ensayada con éxito en Barcelona, seduce a un electorado radical que votaba secesión como forma del rechazo al sistema. Inmigrantes de segunda y tercera generación, jóvenes desencantados, rescoldos universitarios del 15-M, okupas, ácratas, altermundistas: un frente de protesta que no acaba de jamar a Mas y la burguesía convergente como compañeros de viaje.

Por ahí se le puede escapar la mayoría al soberanismo, que ha ordenado girar las baterías de propaganda contra todo lo que lleve una enseña morada. Militantes de la CUP, los aliados antisistema del bloque identitario, boicotearon este fin de semana un mitin de Pablo Iglesias en el cinturón metropolitano barcelonés. Cuña de su misma madera, desenterraron el fantasma histórico del lerrouxismo para acusar al líder coletudo de ¡¡etnicista!! El separatismo teme que el voto antipolítico y del hartazgo acabe descarrilando el proyecto de ruptura, al que ataca por su eje más débil: el de la cohesión ideológica.

Iglesias es un leninista táctico. Sabe que se juega en Cataluña muchas bazas para las generales y no se puede permitir coqueteos con la independencia. Para no contaminarse de españolismo, un concepto siempre poco grato a la izquierda, su estrategia consiste en desplazar el debate hacia la dialéctica social en vez de la territorial. Mantiene la retórica del «derecho a decidir» pero soslaya el conflicto nacionalista con el mantra de los de abajo contra los de arriba, el nuevo molde populista de la lucha de clases.

Y sueña con repetir la jugada que hizo alcaldesa a Ada Colau: una alianza de parentesco ideológico en la que podría arrastrar al PSC e incluso a Esquerra para arrebatarle el poder a la corrupta casta del postpujolismo. Si la lista unitaria fracasa, el macho alfa de Podemos sacará pecho y blasonará de haber impedido la fractura de España. Acostumbrado a verse a sí mismo como medida de todas las cosas, le sobra ego para eso; después de llamar sin rubor a Corbyn «el Pablo Iglesias británico» poco le va a importar la comparación con Lerroux. «Un Pablo Iglesias catalán» algo adelantado.

Para Mas se trata de un riesgo mayor que el de la oposición constitucionalista. Entre PP, PSC y Ciudadanos el voto se mueve a través de vasos comunicantes, pero su masa crítica conjunta apenas varía. La movilización soberanista está casi en máximos, tensada por la autoconvicción del plebiscito, y cualquier fuga colateral compromete la mayoría que anda rozando. El verdadero problema, sin embargo, lo van a tener los catalanes moderados, cuyo futuro puede depender de un pulso entre dos extremismos mesiánicos: el de la mitología del destino nacional contra el del radicalismo bolivariano.

IGNACIO CAMACHO – ABC – 15/09/15