Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

Hay que reconocer que el ministro Escrivá nos ha mantenido entretenidos durante la pasada legislatura con sus propuestas para la reforma de las pensiones. Teóricamente iban destinadas a reducir el agujero financiero que las amenaza, pero se dedicó fundamentalmente a contentar a los pensionistas con subidas ligadas al IPC en un momento de explosión de precios y a castigar al empleo con subidas continuas de las cotizaciones.

¿Se han equilibrado las cuentas? No, claro. Ya sabíamos que tal supuesto no se iba a producir pero, por el camino y además de entretenernos, ha conseguido mantener el voto alrededor de Pedro Sánchez, lo que abre la posibilidad de que repita en el cargo. Si es así, si tal cosa se produjera, sería la constatación de que ha pesado mas en el ánimo del jefe su aportación en las urnas que las numerosas trifulcas que ha generado por el camino.

De momento las cosas siguen igual. Me refiero a igual de peligrosas, claro. En este mes de agosto el gasto en pensiones ha superado un nuevo récord, que durará exactamente lo mismo que los anteriores, es decir un mes. Hasta que se publique el dato de septiembre. Ya va por los 12.039 millones que aunque es un montón de dinero tan solo asusta a los pusilánimes como yo. No se preocupe por mí, poco a poco me hago a la idea de que mientras me ingresen la pensión, !allá los siguientes!

La cifra supone un aumento del 10,9% con respecto a un año antes que es fruto de la subida acordada del IPC más el incremento del número de pensionistas. A lo largo de los últimos cuatro años de la pasada legislatura el Gobierno ha tenido que duplicar las aportaciones de dinero procedente de los impuestos para pagar las pensiones, lo cual pone claramente de manifiesto el ‘espectacular’ éxito obtenido por el ministro Escrivá. Ya sabe que para este Gobierno –y no le digo para el próximo, que va a ser un prodigio de estabilidad y cordura dadas las bases sobre las que se asentará–, todo lo que se pueda arreglar con dinero público nunca será un problema. Si la Constitución nunca ha sido un dique de contención, cómo lo iban a a ser los presupuestos que se forman y conforman a capricho del gobernante de turno.

El otro día hablábamos del impresionante éxito de las convocatorias de empleo público y de las múltiples razones que lo explican. Hoy tenemos una nueva: las pensiones de los funcionarios son ya, de media, un 40% más altas que las de los asalariados, lo que viene a demostrar la veracidad del dicho popular mexicano: ‘El que no está en los presupuestos, está en el error’. Avisado queda.